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jueves, 27 de agosto de 2015

327 cuadernos

La película de Andrés Di Tella con Ricardo Piglia


Nota del editor:  Tengo una gran expectativa porque está a punto de estrenarse la nueva película de quien es, para mí, uno de los mejores directores argentinos contemporáneos: Andrés Di Tella. Desde los 90 -cuando todavía no se había producido el auge del llamado "documental de creación"-, Andrés viene explorando las posibilidades artísticas y epistemológicas del cine documental y de esa exploración salieron un puñado de películas notables, en las que se cruzan la experiencia singular y los relatos colectivos, la mirada y la escritura, el arte y el conocimiento, la suave ironía y la melancolía. Sé que 327 cuadernos es una especie de diario cinematográfico que registra a través de un par de años el proceso de revisión que hace el escritor Ricardo Piglia del ya célebre diario que ha venido escribiendo por 50 años. Estas premisas: diario de un diario, cine que lee una escritura, vida presente que interroga las huellas del pasado: son lo bastante atractivas para esperar la película con muchas ganas.

Además, quizás por primera vez en la historia del cine argentino, la película se va a estrenar en forma simultánea el 5 de septiembre a las 22:00 hs. en la sala del MALBA y en la Televisión Pública. Después, a partir del 10 de septiembre, la película se proyectará en el cine Gaumont de Congreso. Con toda seguridad en las próximas semanas volveré a escribir acá sobre 327 cuadernos y en la radio tendremos la oportunidad de conversar con su autor. Por ahora comparto algunos párrafos que Andrés escribió sobre su propia película:


1. Conocí a Ricardo Piglia hace 30 años. Yo era periodista y estaba haciendo una nota para el diario. Después de grabar una larga charla, me pidió la desgrabación, para revisarla. Cuando me la devolvió, se trataba de otra conversación, aunque hablaba de lo mismo. No la había corregido. Había escrito otra cosa nueva, totalmente diferente, resumiendo la conversación en unos pocos trazos esenciales. A la vez, sumaba una reflexión posterior, disparada por nuestra charla, y una anécdota sencilla que sintetizaba admirablemente toda la problemática del guión. Yo no lo podía creer. Quedó como el mejor registro posible de nuestro encuentro pero me quedé pensando si se trataba, efectivamente, del reportaje que yo había hecho. Después se publicó, en el periódico, no como un texto original de Piglia, que es lo que era, sino como una simple entrevista. Nadie hubiese pensado que se trataba de otra cosa. Para mí fue toda una lección sobre las posibilidades de lo documental.

2. No hay dudas del valor testimonial que tendrá dejar el registro de un tiempo en la vida de un gran escritor, y de un tiempo muy especial, al tratarse de la revisión de su propia vida mediante las lecturas de su diario de cincuenta años. Lo que saldrá a la luz de los diarios será un registro personal y al mismo tiempo una especie de “cápsula de tiempo” de la vida argentina de medio siglo. Pero lo que más me interesaba, como desafío, era encontrar una forma cinematográfica de iluminar la meditación permanente de Piglia sobre este problema: ¿No hay un grado de ficción en cualquier relato de los hechos? ¿Qué pasa con la verdad cuando el escritor empieza a seleccionar y cambiar lo que está registrado en los cuadernos? ¿Y qué le pasa al ser humano detrás del escritor al enfrentarse con un espejo en el que no siempre se reconoce? “En los diarios aparece un desconocido -me dice-. No es la misma persona que conocen los amigos. Se trata de alguien más oscuro, violento, sentimental, vulnerable. Alguien que sólo existe en las páginas acumuladas de los cuadernos”. Entre el testimonio y la imaginación, entre el sueño y el documento, entre el recuerdo y el trabajo de la ficción, entre las imágenes y el sonido, entre las distintas dimensiones narrativas de la película, se develará una vida. Pero la vida no es sólo pasado y, en el presente, sucede lo inesperado: el dolor. Y la pregunta: ¿cómo seguir?

3. Hace tiempo que quería hacer el experimento de realizar un diario cinematográfico. Contra lo que puede suponerse a partir de mis películas autobiográficas familiares, yo no filmo casi nunca fuera del contexto de un proyecto concreto de película. Mi mujer se queja: en casa de herrero, cuchillo de palo. ¡No tenemos home movies! Me compré una cámara, por primera vez en muchos años, para probar cómo sería hacer mi propio diario fílmico, sin más proyecto que ese. Empecé a filmar por primera vez sin ningún plan, cosas sueltas, las ya típicas tomas desde la ventana de mi departamento, algún momento familiar, un momento público. Fue en esos días que me crucé una tarde con Piglia, que me habló por primera vez de su dificultad para enfrentar la lectura de sus míticos diarios. Tan míticos que hasta algunos amigos han dudado de su existencia real. Piglia abrió el ropero de su estudio, donde guarda la impresionante multitud de cuadernos idénticos en sus cajas de cartón. Con una especie de temblor ante lo sagrado, tuve entre mis manos y pude hojear uno de los cuadernos. Se me cayeron torpemente unos papelitos, y la fotografía de una mujer, guardada entre sus páginas. “No hay ningún secreto”, me dijo con una sonrisa, al recoger rápidamente los papeles del piso. No le creí. En ese momento, casi como un desafío, surgió la idea: ¿Por qué no filmar el “diario” cinematográfico que yo quería hacer, pero a partir de los diarios de Piglia? Es decir, filmar el diario de la lectura de un diario. A Piglia siempre le gustaron los riesgos, en la literatura y en la vida. Y era un riesgo exponerse así. Como él mismo dice de su diario: “Por supuesto, no hay nada más ridículo que la pretensión de registrar la propia vida. Uno se convierte automáticamente en un payaso”.

Andrés Di Tella


327 CUADERNOS Trailer from gema films on Vimeo.

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