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martes, 5 de agosto de 2014

Deuda y buitres: las claves económicas del problema argentino

Mariano Kestelboim en La otra.-radio, para escuchar clickeando acá



por Oscar Cuervo

En el último año, la dinámica de la política argentina nos exigió cada vez más un esfuerzo de comprensión de las cuestiones económicas. Para entender qué está pasando en Argentina y qué puede pasar, qué nos están haciendo y qué podemos hacer, hace falta pensar en términos de la estructura económica del país y del mundo. Por eso, como nunca antes, en La otra necesitamos invitar y consultar a especialistas en economía. Pero a la vez, cuando hablamos de economía no nos estamos refiriendo a un saber meramente técnico ni a leyes que expliquen un funcionamiento "natural" de los mercados. Si la política tiene una base económica, recíprocamente, la economía requiere un entendimiento de las relaciones históricas de poder en el país y en el mundo. 

Ahora me viene a la memoria un ejemplo clásico del periodismo de los años 70: Jacobo Timerman cuando armó el staff del diario La Opinión se propuso seguir una línea editorial de izquierda en la sección Cultura y una línea de derecha en Economía. Es evidente que para el estado de la política argentina del siglo XXI, después de una década larga de kirchnerismo, con lo que este movimiento significó de repolitización de la vida cotidiana, un esquema así ya no resulta ni siquiera aceptable. La comprensión de los problemas culturales, sociales y políticos no pueden quedar disociados de sus bases económicas. Y, a la inversa, la economía solo sirve como instrumento de comprensión de la realidad en la medida que sus conceptos se politicen y se historicen.

El paso del economista y periodista Mariano Kestelboim por La otra.-radio, el domingo pasado, nos permitió pensar con mayor precisión estas articulaciones. Kestelboim explicó con claridad y precisión las turbulencias económicas que estamos atravesando, pero su mirada de la economía está altamente politizada e historizada. Cuando le pregunté si esta manera de entender la cuestión es habitual en la Facultad de Ciencias Económicas, me respondió que no. El paradigma dominante en la enseñanza universitaria de la economía no difiere del discurso habitual de los expertos del establishment y de los medios dominantes: un neoliberalismo que tiende a naturalizar las relaciones de poder. Los estudiantes de economía (futuros economistas, consultores y periodistas) se introducen en un paradigma altamente matematizado de los modelos económicos, de una falsa neutralidad que escamotea los intereses políticos y desconoce los procesos históricos que le dan sentido al estado actual de las cosas. La crítica que Varsavsky hacía en los 60 de un cientificismo pseudo-neutral, disociado de las realidades nacionales y abstraído en un universalismo engañoso, muestra en el campo actual de las Ciencias Económicas su momento de alienación más aguda.

Nos dice Mariano: "La formación que reciben los estudiantes de economía no les permite entender las relaciones de poder que dominan el funcionamiento de los mercados; tampoco conocen la historia económica, ni la nacional sino ni la latinoamericana, ni los procesos de desarrollo histórico en el sudeste asiático, ni la historia económica de EEUU. Después de recibidos tienen que hacer maestrías para estudiar esas cuestiones".

Por eso recomiendo especialmente la escucha atenta del paso de Mariano Kestelboim por nuestro programa. Las claves que desarrolló:

- ABUNDANCIA: El paradigma dominante postula una idea de ciencia que tiene que administrar recursos que siempre son escasos para necesidades ilimitadas. La escasez como principio económico. Pero a pesar de esta primacía de la escasez para entender los fenómenos económicos, no es verdad que todos los recursos sean escasos. Los recursos naturales puede que sean escasos, pero en general, en la etapa actual, los recursos de la economía son abundantes y los problemas que tiene la economía no son de escasez, sino de sobreproducción, y de la distribución de los abundancia de recursos que genera la economía. Las empresas tienen capacidad de producir mucho más que lo que los consumidores pueden consumir. En esta etapa del capitalismo, las fuerzas productivas se expandieron de forma tal que el nivel de producción crece mucho más aceleradamente que la capacidad de consumir. Y esta expansión de la producción se debe no solo a la mayor capacidad productiva de la tecnología sino también a que las condiciones de explotación de los trabajadores aumentan.

- ENDEUDAMIENTO: Antes del surgimiento del neoliberalismo, hasta los años 70, los excedentes de producción conducían a una puja distributiva entre trabajadores y empresarios que les permitían a los trabajadores acrecentar su poder adquisitivo. Esto tuvo un límite en los años 70, cuando el capital financiero empieza a prevalecer sobre el productivo. Entonces el capitalismo encuentra una manera de canalizar la abundancia de la producción a través del  endeudamiento indefinido de la población y de los países. Se hace crecer el endeudamiento y se agudiza una división internacional del trabajo: donde hay mayor dotación de recursos humanos se desarrolla la producción industrial, y en las regiones donde abundan los recursos naturales se fomenta la producción de materias primas. Las economías pueden crecer pero se vuelven adictas al endeudamiento. Esto llegó a niveles colosales en Argentina: el megaendeudamiento lleva al default de 2001, que fue el mayor endeudamiento en la historia capitalista. Después vinieron las reestructuraciones de la deuda en 2005 y 2010, y ahora al juicio de los fondos buitres, que apunta a destruir la reestructuración de la deuda argentina.

- Hay otro canal de endeudamiento que sí puede absorber los recursos productivos y es el de EEUU. A partir de la hegemonía de su sector financiero y de la capacidad de emitir moneda que sirve para intercambios comerciales y reservas de valor en todo el mundo, los norteamericanos lograron vivir 40 años consecutivos de endeudamiento crónico. Cada año la economía estadounidense vende menos que lo que compra. ¿Cómo lo paga? Imprimiendo billetes y títulos públicos que el mundo avala, porque se postula una confianza en que EEUU va a pagar sus deudas.

- CONSUMISMO Y OBSOLESCENCIA PROGRAMADA: Para absorber el exceso de producción que aqueja al capitalismo, además del estímulo al endeudamiento indefinido, se promueve la exacerbación del consumo, a partir del marketing, el diseño y la publicidad, que instalan en la población el deseo incesante del consumo. Además se desarrolla la estrategia de la obsolecencia programada: que tiende a que la vida útil de las mercancías sea cada vez menor y así fomenta más consumo. Se programa, por ejemplo, que una impresora dure dos años, una lamparita mil horas, un auto diez años, que las fibras textiles sean más frágiles y la ropa se gaste más rápido. Las empresas dominantes se organizan en carteles que deciden cuánto van a producir, cuáles van a ser los precios de venta y cuánto van a durar sus productos. En los próximos días subo al blog un documental sobre el tema de la obsolescencia programada.

- LA SINGULARIDAD ARGENTINA: una economía relativamente pequeña en relación a EEUU reestructura su deuda en forma soberana, acordando con la gran mayoría de los acreedores una modificación de sus relaciones contractuales. Pero este proceso se ve obstaculizado por las demandas de los fondos buitres y el alineamiento del sistema judicial norteamericano con esos intereses usurarios. Este obstáculo pone en evidencia que, cuando se logró hacer la reestructuración de la deuda, Argentina aún no había recuperado cabalmente su soberanía. Para convencer a sus acreedores de que ingresaran al canje se les ofreció que los eventuales litigios se resolvieran en tribunales norteamericanos; la oferta logró una gran aceptación, ya que más del 90 % de los acreedores entraron en el canje. Pero el fallo de Griesa avalado por la Cámara de Apelaciones de New York y dejado en firme por la Corte Suprema estadounidense, pone en evidencia que en ese país el poder más concentrado tiene vocación imperialista y se permite tomar decisiones que vulneran los procesos de crecimiento de países como el nuestro. El poder financiero internacional decide interpretar que, al no allanarse inmediatamente al fallo de Griesa, Argentina entra en default, y este dictamen complica las posibilidades de crecimiento del país, porque le obstruye el acceso al crédito externo. 

La restricción externa agudizada por el fallo de Griesa, sin embargo, es la alternativa menos onerosa para el país, dado que lo que el poder financiero pretende es empujar a Argentina a un nuevo mega-endeudamiento, peor que el de 2001. Eso implicaría que el país tenga que pagar su deuda con activos: ya se hizo antes, cuando el país tuvo que rematar su patrimonio nacional. Hoy el poder financiero tiene en la mira la apropiación de los recursos naturales, que en el mundo actual se revalorizaron enormemente. Y si se diera un nuevo mega-endeudamiento. se trataría de forzar a que Argentina se deshaga de sus recursos naturales. 

El riesgo de que se dispare la cláusula RUFO como consecuencia del cumplimiento del fallo Griesa es real. Así como hubo un Griesa que interpretó de un modo extravagante el criterio del pari passu, puede haber dos o tres jueces que disparen reclamos multimillonarios del resto de los acreedores: no se trata de un juez sino de un sistema judicial que responde a los intereses del poder financiero.  Por eso, el no ceder a esas presiones es una opción muy responsable y prudente del gobierno nacional. La Argentina  es un caso muy raro donde, después de que durante muchísimos años los gobiernos estaban manejados por las corporaciones, este gobierno se puso en una posición soberana para negociar con los acreedores.

Además, con Kerstelboim hablamos de los problemas estructurales de la economia argentina actual, pero esto, que se puede escuchar en el audio del programa, queda para otro post. 

Para escuchar el programa, clickear acá

2 comentarios:

Erkekjetter Silenoz dijo...

Me quedé pensando sobre lo que Kestelboin define "crisis de la abundancia digamos. Y me da la idea que ya no hay más qué venderle a quién

Es como que faltan clientes, pero aquellos que tienen capacidad económica para comprar. Los excluidos son muchos y en todos lados con lo cual debería haber margen para que esa crisis no suceda. No la veo como algo inevitable

saludos

julieta eme dijo...

muy bueno. creo que yo ya vi el doc sobre obsolescencia programada que vas a subir.