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martes, 16 de julio de 2013

La angustia corroe el alma


La angustia corroe el alma (Angst essen Seele auf, 1974)

Rainer Werner Fassbinder (1945-1982) es y ha sido uno de los nombres imprescindibles no solo de aquel nuevo cine alemán de la década del 70, sino de la historia del cine. Director de más de 40 títulos, actor en muchos de ellos -incluido un breve papel de yerno de la protagonista en el film que nos ocupa- director teatral, dramaturgo, camarógrafo, productor, polémico, genial y autodestructivo, vivió intensamente apenas 38 años y dejó un obra monumental, que siempre se hace necesario revisar si se quiere entender no solo la evolución de lo que llamamos cine moderno sino lisa y llanamente las relaciones humanas, el modo en que nos construimos socialmente como victimas y victimarios de nosotros mismos y de los que amamos.

La angustia corroe el alma tal vez sea uno de sus films más bellos, accesibles, cálidos y tristes -pese a su puesta distanciada, o quizás por ello mismo- de toda su carrera. Al momento de filmarlo Fassbinder ya era todo un nombre en la cinematografía mundial, con títulos como Katzelmacher (donde por primer vez abordaba el tema de los inmigrantes en Alemania), O El amor es mas frío que la muerte, Las amargas lágrimas de Petra Von Kant, aunqye era más apreciado por la critica y los festivales que por el público de su propio país. A fines de los 60 Fassbinder descubre la obra de Douglas Sirk, sobre todo sus melodramas. Fascinado por la complejidad en la aparente simpleza de la obra de Sirk, decide hacer una serie de films a los que llama melodramas distanciados, en los que al igual que su admirado director pero con otros recursos escénicos lanza una mirada despiadada a su propia sociedad. El más "sirkeano" de todos es La angustia corroe el alma (conocido en España como Todo nos llamamos Alí), una remake argumental del film de Sirk, All heavens allows (Lo que el cielo nos da, 1955) mezclado con la mirada sobre el racismo que Sirk había tratado en Imitación de la vida (que ya vimos en el ciclo).

En el film original de Sirk se contaba el romance de una viuda cuarentona con un jardinero más joven que ella, y los conflictos que esto desataba entre sus familiares y la conservadora mirada de un pueblito de los EEUU de los 50. La angustia corroe el alma cambia a la cuarentona burguesa por una mujer mayor de clase trabajadora, Emmi (la emocionante Brigit Mira), y al apuesto jardinero por el no menos apuesto inmigrante de origen árabe, Ali (El Hedi ben Salem, nacido en Marruecos, trágico amante de Fassbinder en la vida real, que había obtenido uno papeles breves en otras producciones de RWF; Alí fue su único y conmovedor papel protagónico. Se suicidó en 1977, en un cárcel francesa).

La ciudad es la Munich prejuiciosa y rapaz de los años 70 que Fassbinder conocía bien.


El hecho de que la diferencia de edad de la pareja sea mayor y sobre todo que se trate de una pareja interracial, hace que los prejuicios de clase y racismo alrededor de la misma estallen, no solo en el seno de familiar de la protagonista (sus hijos con aspiraciones), sino incluso entre gente de la misma clase trabajadora (las amigas de la empresa de limpieza,  compañeras de Emmi) de un modo más violento que en el film de Sirk. De la mirada despiadada y honesta de Fassbinder no se salvan ni los mismos protagonistas. El amor entre Emmi y  Alí es sincero, pero ni ellos mismos parecen poder escapar a sus propios atavismos culturales y sociales.

Fassbinder cuenta esta historia componiendo las escenas con un distanciamiento no realista, desde la puesta de cámara, con escenas estáticas, o sucesivos reencuadres dentro de los espacios del plano, para remarcar la opresión en que los personajes se encuentran atrapados. Es un melodrama desangelado del artificio emocional del melodrama clásico de Hollywood. Lo que en las puestas de Sirk era algo así como "el contrabando crítico, mediante lo suntuoso de la puesta", en Fassbinder en cambio es lo evidente; la puesta está por delante de las pasiones del melodrama, incluso en la marcación de actores.

Esta estrategia que desnuda el artificio e impone una distancia brechtiana en la escenas, paradójicamente, es la que hace creíble el drama subjetivo de los personajes. Este lugar de tensión entre la puesta objetiva y el drama subjetivo de sus critauras es el lugar en el que Fassbinder ubica al espectador. Nos sumerge en algo así como en sufrimiento reflexivo. Es empático con sus personajes y a la vez toma la distancia necesaria para remarcar el contexto social y de clase que los condiciona. Los melos de Fassbinder son críticos pero nunca cínicos.

Esta película se transformó en uno de sus primeros éxitos de público y ganó merecedimante la Palma de Oro de Cannes de 1974. Algunos films de los años 70, hijos del cine moderno que hacen transparente sus paradigmas estéticos, parecen envejecer rápido, más rápido aún que el cine clásico. No sucede así con las obras maestras, claro está. Y La angustia corroe el alma lo es sin duda alguna. Y parece como si se hubiera filmado mañana.

1 comentario:

julieta eme dijo...

la vi cuando pasaron todo un ciclo en la sala lugones en 2008 creo. muy buena...