todos estamos igual

sábado, 8 de junio de 2013

Lo poco que poseo lo tengo apretado en el corazón diabólico


FRAGMENTO EPISTOLARE, AL RAGAZZO CODIGNOLA *

Caro ragazzo, sì, certo, incontriamoci,
ma non aspettari nulla da questo incontro.
Se mai, una nuova delusione, un nuovo
vuoto: di quelli che fanno bene
alla dignità narcissica, come un dolore.
A quarant’anni io sono come a diciassette.
Frustrati, il quarantenne e il diciassettenne
si possono, certo incontrare, balbettando
idee convergenti, su problemi
tra cui si aprono due decenni, un’intera vita,
e che pure apparentemente sono gli stessi.
Finchè una parola, uscita dalle gole incerte,
Inaridita di pianto e voglia d’esser soli
-ne rivela l’immedicabile disparità.
E, insieme, dovrò pure fare il poeta
padre, e allora ripiegherò sull’ironia
-che t’imarazzerà: essendo il quarantenne
più allegro e giovane del diciassettenne,
lui, ormai padrones della vita.
Oltre a questa apparenza, a questa parvenza,
non ho niente altro da dirti.
Sono avaro, quel poco che possiedo
me lo tengo stretto al cuore diabolico.
E i due palmi di pelle tra zigomo e mento,
sotto la bocca distorta a furia di sorrisi
di timidezza, e l’occhio che ha perso
il suo dolce, come un fico inacidito,
ti apparirebbero il ritratto
proprio di quella maturità che ti fa male,
maturità non fraterna. A che può servirti
un coetaneo semplicemente instristo
nella magrezza che gli divora la carne?
Ciò ch’egli ha datto ha dato, il resto
è arida pietà.

FRAGMENTO EPISTOLAR, AL MUCHACHO CODIGNOLA

Querido muchacho, sí, de acuerdo, encontrémonos,
pero no esperes nada de este encuentro.
A lo sumo, una nueva desilusión, un nuevo
vacío: de esos que hacen bien
a la dignidad narcisista, como un dolor.
A los cuarenta años yo estoy como a los diecisiete.
Frustrados, el cuarentón y el de diecisiete
pueden, cierto, encontrarse balbuceando
ideas convergentes, sobre problemas
entre los que se abren dos decenios, una vida entera,
y que hasta pareciera que son los mismos.
Hasta que una palabra, salida de las gargantas inciertas,
árida de llanto y ganas de estar solos
-revela la irremediable disparidad.
Y, encima, tendré que hacerme el poeta
padre; y después replegarme en la ironía
-que te incomodará: siendo el cuarentón
más alegre y joven que el de diecisiete,
ya dueño él de la vida.
Aparte de esta apariencia, de estos rasgos,
no tengo otra cosa que decirte.
Soy avaro, lo poco que poseo
lo tengo apretado en el corazón diabólico.
Y los dos palmos de piel entre pómulos y mentón,
bajo la boca torcida a fuerza de sonrisas
tímidas, y el ojo que ha perdido
su dulce, como un higo ácido,
te parecerían el retrato
mismo de aquella madurez que te hace mal,
madurez no fraterna. ¿De qué puede servirte
un coetáneo simplemente entristecido
en la magritud que le devora la carne?
Lo que él ha dado lo ha dado, el resto
es árida piedad.

* Pier Paolo Pasolini, Publicado en POESÍA IN FORMA DI ROSA, 1961-1964. (Traducción: Ana Fioravanti)

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