todos estamos igual

jueves, 6 de septiembre de 2012

Razones para abandonar el kirchenrismo y enfilar hacia un peronismo disidente o restante


En política el relato no lo es todo. Pero es algo muy importante. Será por eso que hasta los más ácidos detractores de lo que se ha dado en llamar el "relato kirchnerista" no pueden impugnarlo sin escribir a la vez su propio relato. Es ineludible: sin relato no hay política.

Por ejemplo, el bloguero ex-K Ezequiel Meler, en su interesante blog pasa en limpio su propio relato de justificación de su alejamiento paulatino del kirchnerismo y su decisión actual de "cambiar de aire" (una forma de relatar su pase a las filas de algún peronismo disidente o restante).

El qué del cuándo. Mi experiencia en el kirchnerismo.

06/09/2012

¿Hubo un momento de quiebre en la historia del kirchnerismo? No es tan evidente la pregunta, porque en sí mismo el kirchnerismo puede ser descrito como una experiencia de quiebre. Sin embargo, hubo varios mojones en la relación que la mesa chica y la Presidencia fueron construyendo con los actores sociales y políticos en estos diez años.
1. La primera etapa, creo que todos lo acordamos, estuvo signada por una combinación de rupturas y continuidades. Kirchner seguía siendo el candidato de Duhalde, pero rápidamente mostró que quería ser algo más, que estaba dispuesto a correr riesgos. Kirchnerismo y duhaldismo coincidían y se excedían a la vez, por la capacidad que el primero ostentaba de a) diferenciarse del segundo, b) proyectar políticamente esa diferencia en una imagen de futuro, c) construir poder a través de la adopción y realización de agendas trascendentes, como las relativas al área de derechos humanos. En ese momento, en lo personal, sentí una sintonía perfecta con el proceso. Incluso, alguna vez, me veía o me encontraba a la derecha de las acciones de la mesa chica.
Fue una primavera maravillosa, un momento difícil de retratar en que coincidimos muchos hombres y mujeres de distintas edades con una trayectoria estatal que parecía destinada a convertir cada utopía en una realidad. La ceremonia en el colegio militar, la renegociación de la deuda, el ensamble de una política exterior mucho más decidida y netamente sudamericana, mostraron parte de esa capacidad proyectiva que separaba lo nuevo, lo actual (el kirchnerismo) de lo viejo, que a lo sumo era un importante apoyo (el duhaldismo). En ese proceso, claro, la diferenciación requería de una prueba de liderazgo para ver quién estaba a cargo, y eso fue lo dirimido en 2005. Y ahí se fue Lavagna. Y bueno, me dije, la política es así. Al tipo con los años le harán la estatua, bien que la merece. Tuvo el destino de todos los técnicos que creyeron ser más que eso, y pese a lo dicho, Lavagna cumplió un papel invaluable enderezando ese barco a la deriva que era la Argentina a mediados de 2002.
2. Esa primera etapa, signada por las impresionantes movilizaciones festivas de 2006, rompió la ola en las presidenciales de 2007. Que mostraban, ya, un cierto desgaste, pero que parecían esbozar el inicio de un ciclo de institucionalización de lo logrado que iba en sintonía con las expectativas que los militantes teníamos. La pregunta, en ese momento, era si no se presentaba, en algún modo, una situación de mandato cumplido, donde las demandas existentes habían sido resueltas, y la agenda de la política argentina desde 1983 a la fecha merecía ser repensada.
El conflicto agropecuario, redimensionado en la memoria de los principales agentes a la luz, no de su resultado, sino del relato que lo acompañó, y de la medida en que redefinió esa agenda y al propio kirchnerismo, fue ese momento de bisagra. El kirchnerismo que salió de esa dura travesía ya era otro. El voto no positivo, que implicó en el momento una tremenda derrota política, con el tiempo se convirtió en el mausoleo de los triunfadores. Las retenciones continuaron: ni subieron, ni bajaron. Las elecciones de medio mandato se perdieron. La salida de Alberto Fernández, su  reemplazo por Sergio Massa, y la posterior salida de Massa luego de la durísima derrota de Kirchner – Scioli a manos de De Narváez y Solá, expresan algo de ese vértigo que uno podía vivir.
En lo personal, no compartí la 125. Primero que nada, era una medida de naturaleza fiscal. Más allá de la cuestión legal, las facultades del PEN, etc., todos los parches que se le hicieron no lograron ocultar ese origen. Ojo, no está mal que el Estado recaude, pero me parece que se trató de una medida equivocada, de esas que salen bien a la larga por causas que nadie pudo prever. Hoy casi nadie discute las retenciones, y sin embargo está medianamente claro que las provincias necesitan otro esquema de financiamiento interno, alguna medida de control sobre los porcentajes de coparticipación, y una estructura impositiva más diversificada. La 125 quiso resolver todo eso al mismo tiempo, y en algún modo, enfrentó nada menos que la oposición de los grandes ganadores del modelo agro minero exportador instalado tras la mega devaluación de 2002. Pero eso, que se ha dicho mucho, oculta una faceta más en el asunto, porque en ese momento el gobierno enfrentó a su propia base electoral, a los sectores empresarios más nacionales de la canasta -ciertamente más nacionales que la UIA- con un discurso belicista que le llevó tres años y muchos infortunios desandar. Podés dibujar tantos enemigos como te plazca, pero el país no tiene, hoy por hoy, una alternativa al negocio transgénico, y tampoco las provincias andinas tienen una alternativa al negocio minero. Los perdedores -las asambleas ciudadanas, los pueblos originarios que son diariamente desplazados de terrenos fiscales convertidos en improvisadas fronteras productivas donde la concentración de la propiedad está al orden del día- ven el rostro más duro del capitalismo periférico argentino. Los ganadores… bueno, esa es otra historia, pero incluyen mucho más que la Pampa Húmeda. Y eso, es decir, la redefinición del mapa de alianzas regionales que sostiene al país desde Roca, es lo que no vio el kirchnerismo sino hasta que fue muy tarde. Todas las provincias tenían algo que perder si caía el bloque que algunos denostaban equivocadamente al tildar de sojero. Era el único que había para la mayoría del territorio, y la prueba es que siguió siendo rentable pese a pagar el tributo más estable y más pesado que se paga en la Argentina: 35% de las ganancias. No es un dato menor.
3. Y ahí (2009) apareció el tema de la comunicación. Que es el tema Clarín, no mucho más. El gobierno necesitaba un chivo expiatorio para un año que parecía promisorio en materia de reveses. Y Clarín, que había sido uno de los grandes beneficiarios de la pesificación asimétrica, parecía un candidato ideal. Justo ahí, sus editores le estaban soltando la mano al gobierno, delito imperdonable para un “proyecto” que empezaba a inscribirse menos en el registro de la institucionalización y más en el barro de la lucha facciosa propia de la primera etapa.
Mi impresión es que Clarín no supo ver lo que se venía, las inquinas que había despertado tras décadas de hegemonía. Pero en algún punto, la lógica política se desmadró. La ley de medios, incluso cuando todavía no era proyecto, supo aglutinar al personal periodístico que el el Grupo había dejado afuera. Los problemas del gobierno, todos los problemas -desde el conflicto con el campo pasando por la lógica no reformada del tratamiento del delito, la inflación, la lucha de facciones al interior del gobierno, las derrotas electorales… todo se redefinió en los términos de la lucha a muerte que el Gobierno entabló con Clarín. La historia del kirchnerismo se refundió como narrativa identitaria de un proceso donde Clarín era dictadura, menemismo, poder financiero, capital concentrado, enemigo de la democracia, pistola en la cabeza de la dirigencia política, y unas cuantas cosas que, a la luz de lo rápido que perdió la disputa más importante -esto es, aquella por la credibilidad- posiblemente no era. El diagnóstico que se impuso era simple: todo se reducía a un problema de relato. El gobierno hacía las cosas bien, pero los medios (o sea, Clarín) distorsionaban, tergiversaban, mentían. Nadie se preguntó si esto era nuevo, por qué pasaba ahora, qué remedio tenía, o si valía la pena modificar la legislación. Eran tiempos de revolución cultural, y lo más curioso de esas experiencias es lo poco que se discute fuera de los debates de los ya convencidos -y convertidos- a la nueva fe.
De nuevo, pese a las explicaciones más ponderadas que recibíamos los que estábamos a cargo deentender la ley que se proyectaba, mi sensación era simple: se trataba de un error. No porque pudiese salir mal, eso es consustancial a las apuestas políticas, sino porque en un punto me preocupaba que pasara lo que pasó, esto es, que saliera demasiado bien. No porque crea que el poder de Clarín ha desaparecido, ni porque piense que lo hará a una mágica hora señalada -niños, despierten: la ley nunca, pero nunca, informa la práctica. Me parecía un exceso y un acto de simplismo reducir todo a un problema de comunicación, me costaba aceptar la lógica de que nuestro principal aliado entre 2002 y 2007 de golpe era el enemigo número uno de la democracia. Y encima aparecía una minoría intensa de fascinados por la fosforescencia de la “multiplicación de las voces”…
En fin, pude aceptarlo y seguir. Sinceramente, hubiese preferido otra selección de enemigos, pero los GGEE reales se cagaban de risa y la cargaban con pala mecánica. Y el modelo empezaba a mostrar sus falencias: no había empleo para todos, ni salario digno para todos, ni se avanzaba sobre los oligopolios que controlaban los precios de los artículos de primera necesidad, no se derogaban los acuerdos de inversión, no se avanzaba sobre la oligarquía de concesionarios, no se articulaban intereses para salir de la creciente primarización de las exportaciones… por lo menos a fin de año teníamos el decreto 1602 de asignaciones familiares, y al año siguiente, el gobierno que había desarmado la política social en nombre de la integración por el empleo, volvía a tenerla en nombre de la inclusión. Prueba y error, la explicación bastaba.
4. Hacer política partidaria en grandes estructuras, pensando en el horizonte de la gestión estatal, puede reducirse a operaciones sencillas. Tome un papel. Escriba una lista de cosas que le importen. Cotéjelas con la agenda pública. Tache las que en principio parecen más complejas. Muy bien, acaba de entenderlo: la política es antes que nada acumulación de poder en función de prioridades que nada tienen de naturales, en marcos y contextos que nunca son perfectos y que sólo atinamos a elegir cuando ya están en marcha. En el reverso de la hoja están los que pierden, aquellos a los que no llega la novedad del cambio. Los sectores que componen la pobreza estructural, los subocupados, los precarizados, los tercerizados, los trabajadores informales, los desocupados que quedan, los jóvenes Ni Ni, los que tratan de salir de ahí, los que tienen un sueldo y no les alcanza, y la lista sigue hasta llegar, ponele, a los Qom. Es más fácil no elegir que hacerlo, pero inevitablemente algo se sacrifica cuando se elige. Algo muy personal. Lo importante, en cualquier caso, es no perder la lista de vista, y mucho menos olvidar su reverso. Porque ese reverso es el precio de cada cosa que se logra.
5. Hacia 2010, el gobierno exhibía una recuperación fuerte, de unos 15 puntos. Las razones eran variadas: el clima de bienestar económico, resultado de la expansión del gasto fiscal del año anterior y de la mejor distribución de los ingresos en sectores medios y bajos, buen acceso al crédito de consumo, relativa paz social, implosión de las alternativas opositoras… tal vez la muerte de Néstor haya acelerado el proceso y le haya agregado unos puntos, pero lo cierto es que la Argentina estaba muy bien.
Y ahí empezó otra cosa. Un esquema mucho más rígido, en algunos casos marcial, de subordinación de la nueva y vieja militancia. Una división de propaganda muy distinta, mucho más activa y virtualmente omnipresente: monstruos construidos para destruir, pero también para reemplazar a otros. Un paradigma de la función presidencial que mostraba todo acto de gestión como un logro personal de la primera mandataria. Una serie de discursos que empezaban a sancionar al que pensaba distinto, de diversas maneras, especialmente dentro de la coalición presidencial. Y ahí caí. No se trataba de multiplicar las voces, sino de ocupar, con la voz de una presidenta convertida en figura redentora virtualmente sobre humana, todos los vacíos de una sociedad relativamente conforme. Tampoco se reconocía esa realidad: al contrario, la masa de jóvenes que se sumaba a la política, ni tan masiva, ni tan reciente, ni tan adolescente como fue vista, se convirtió en un verbo constante de la acción de gobierno. Kosteky, Santillán, Ferreyra o los jóvenes PRO parecían no entrar, dadas las diversas cauciones discursivas que actuaban como mediación del proceso de reidentificación del kirchnerismo con la sociedad, en la lista de lo nuevo. No, los jóvenes eran muchos y eran kirchneristas: ese era el nuevo dogma. La comunicación se había convertido en medio, el relato en mensaje, y los mitos y representaciones del pasado, en conexiones directas con el presente. Todo tenía que ver con todo: así llegamos a saber que la madre de Cabral era angoleña. El gobierno pasaba de la minoría intensa a la anulación de todas las mediaciones con una sociedad inerte, apenas sacudida y en general conforme.
6. No era tanto que se hubiese perdido la discusión: lo que pasaba, más bien, es que no tenía sentido. La palabra de funcionarios poco sutiles se convertía en verdad revelada, y así los problemas del INDEC no obedecían a una operación política concreta, llevada a cabo en 2007 con propósitos claros y en algunos casos admitidos, sino que se remitían a “un problema de representación”. La crisis de competitividad de la industria era achacada a una Europa que ni siquiera constituía un mercado significativo, y la vieja advertencia sobre no enamorarse de los problemas de los otros devenía en la explicación de los problemas propios. La inseguridad era y sigue siendo una sensación, la inflación no golpea los bolsillos, las restricciones a las importaciones hacen al desarrollo del país y protegen puestos de trabajo, la apreciación cambiaria no es un problema sino un mérito y quien diga lo contrario debe estar a sueldo de Clarín. Los problemas que puedan existir se acaban con esa empresa el 7 de diciembre a las 0:00 horas, y tenemos que congratularnos de todo esto activamente, no vaya a ser que nos acusen de derrotistas o traidores. And so on. Los militantes de antaño se convirtieron en fiscales ideológicos, y la sensación que me genera todo esto es de un tremendo atraso, que supera lo generacional y requiere inevitablemente de un cambio de aire, dentro del propio peronismo. Tenemos una rica tradición a la que apelar para darnos cuenta, y estamos a tiempo, de que esto no va bien.
7. No sé cuando se rompió la sintonía personal con un proyecto que defendí en muchas de sus instancias. En un momento, circa 2010, el relato empezó a importar más que la realidad. Y, peor aún, sus  mismos autores comenzaron a creerlo. Desde ahí, sólo se podía derrapar. En un año veremos si la Argentina puede despertar de esta pesadilla en que se convirtió el sueño de unos pocos hombres comunes. Mientras tanto, me gusta pensar y recordar que supe ser uno de ellos. Si mi vida política terminara en estos meses -y aunque a alguno le gustaría pensarlo así, no parece que vaya a suceder- sólo por haber sido parte de esa experiencia estaría razonablemente satisfecho.
Hasta aquí el relato de Meler. Nótese que en el sesgo que elige para justificar su tránsito en busca de aires nuevos Meler no incluye ninguna referencia explícita a la estatización de los fondos de pensión, ni a la Asignación Universal por Hijo, ni a la Ley de Matrimonio Igualitario ni a la reforma de la Carta Orgánica del BCRA ni a la expropiación de YPF. No es que él declare que estas medidas no fueran buenas o que le resultaran secundarias o insuficientes: es que las omite. Los motivos de peso para liquidar su experiencia kirchnerista son: "Un paradigma de la función presidencial que mostraba todo acto de gestión como un logro personal de la primera mandataria. Una serie de discursos que empezaban a sancionar al que pensaba distinto, de diversas maneras, especialmente dentro de la coalición presidencial". Ahí cayó. 

Meler dice que la Ley de Medios fue un error. Que a partir de 2009 la política se desmadró. Señala a los sectores a los que no les llega la novedad del cambio: pobreza estructural, subocupados, precarizados, tercerizados, trabajadores informales, los desocupados que quedan (...) y la lista sigue hasta llegar, ponele, a los Qom.

Va a buscar entre la rica experiencia del peronismo a aquellos sectores que pudieran saldar esas deudas pendiendtes del kircherismo. ¿Qué sectores del peronismo no kirchnerista serán los que se propongan mejorar la situación de los postergados, desde los desocupados, precarizados, hasta, ponele, los Qom? Meler aún no anticipa hacia dónde va a enfilar. Entre los peronistas restantes están Alberto Fernández, el intendente Cariglino, Hugo Moyano, el Momo Venegas, Cristian Ritondo, José Manuel De La Sota, Ramón Puerta, Jorge Busti, Luis Barrionuevo, Graciela Caamaño, Eduardo Duhalde... Será muy interesante seguir de cerca el blog de Ezequiel para enterarnos dónde encontrará ese aire nuevo.

18 comentarios:

Ezequiel dijo...

Oscar:

Cuando decís

"Nótese que en el sesgo que elige para justificar su tránsito en busca de aires nuevos Meler no incluye ninguna referencia explícita a la estatización de los fondos de pensión, ni a la Asignación Universal por Hijo, ni a la Ley de Matrimonio Igualitario ni a la reforma de la Carta Orgánica del BCRA ni a la expropiación de YPF. No es que él declare que estas medidas no fueran buenas o que le resultaran secundarias o insuficientes: es que las omite", le errás fiero al texto reproducido.

Fijate, por ejemplo, que en el texto que citás está la AUH, que aparece con el nombre legal, "el decreto 1602 de asignaciones familiares".

De eso escribí millones de veces en el blog. De hecho, soy uno de los pocos que reprodujo el decreto de una, para que los considerandos queden registrados de manera sencilla:

http://ezequielmeler.wordpress.com/2009/11/01/decreto-1602-09/

Debatí sobre su efecto en el sistema educativo desde mi humilde experiencia como docente...

http://ezequielmeler.wordpress.com/2010/05/20/del-estado-despues-de-kirchner-un-intercambio-con-luciano-1/


Y cada una de las ausencias que señalás mereció, al menos, un posteo, una nota periodística, una entrevista radial, y coincidió con un momento de militancia real en el que el cuerpo y el cuero salieron a la batalla, como correspondía.

No te preocupes tanto por mi futuro. Pero leeme un toque mejor, o no me leas.

Abrazo,

ezequiel

Quielo dijo...

Por otro lado, ¿por qué habría de considerarse la ley de matrimonio igualitario un logro del kirchnerismo? Fijate, por ejemplo, que el 40% de los diputados del Frente para la Victoria (31 de 77) votaron en contra. ¡Un 40%!

juan dijo...

No conocía el blog de Ezequiel Meler. Gracias por el aviso.

Con un estilo más rico y fluido, las razones evocadas por Meler no son muy distintas a las que esgrime Alberto Fernández para justificar su abandono del kirchnerismo. No es peyorativo. Lo encuentro repetitivo y poco original.

Me gustaría leer una mirada de otro vuelo sobre el kirchnerismo, no menos crítica, pero en otro plano. Hasta ahora, una de las mejores, sobresale nítidamente del resto, es la de su coautora, Cristina Kirchner.

saludos,
juan

Unknown dijo...

Lo lei y me parecio un texto muy bueno.Tengo que reconocer que mi diagnostico es el mismo que Oscar...¿donde por fuera del kirchnerismo hay siquiera una promesa pequeña de cambio?.La respuesta es tan obvia que ni siquiera esta refutada en el comentario del mismo Ezequiel.

Me parece raro este "el gobierno eligio a Clarin como oponente",el gobierno no eligio un carajo,desde lo del campo le dieron duro y parejo a ritmo golpista,venderla cambiada cansa y aburre:clarin eligio,los que tiene la manija eligen,y el gobierno (a lo sumo) eligio resistir.

Por ultimo:es natural que la contradiccion este aguzada si desde los mismos medios mienten d euna manera infame a ritmo diario(aumentaron la velocidad desde hace unos meses),esa rigidizacion de la contradiccion es un resultado natural de endurecer mediante bombardeo mediatico,es bastante obvio.

Igual repito:seria muy bueno que el buen Ezequiel diera aunque sea un nombre para ver por donde pasa la "esperanza peruca contra el ahora malvado gobierno" en la actualidad.

Mas alla de mis quejas,cosa natural cuando uno esta en desacuerdo,me gusto el texto.Saludos.

Anónimo dijo...

Que cosa, cada vez me parece más que son justamente quienes se paran en frente (de la manera que les guste: desde los "republicanos", desde el peronismo disidente, desde los "perseguidos", etc.), los que más se tragan el "relato" que el gobierno hace de sí mismo.

Sin estar muy seguro, muchas veces se me ocurre que hay algo de postura de "psicoanalista" en quienes intentamos no fiarnos de ningún relato, para no dejar de intentar sopesar las variables "reales" a la hora de pararnos políticamente.

Aclaro que no tengo relación con el psicoanálisis más que bastante lectura por mi cuenta, y alguna experiencia en el diván, pero siento que hay algo más ejercitado desde "nuestro lado" -por decirlo así- en no tomar literalmente lo que el otro dice de sí mismo, ni donde pretende pararse, ni de donde cree que habla. Es decir, sabemos que es todo, digamos, "cuento". Y eso no nos sorprende, no lo usamos "en sí" como argumento para espetar la falsedad en el otro.

Todos se "cuentan cuentos" a sí mismos, y de sí mismos a los otros. Cual sea el cuento que quieran o puedan contar dependerá de los deseos y los límites de cada cual y de la coyuntura. Decir "dejo de apoyar al kirchnerismo porque hay promesa de aire fresco en el peronismo no-k", es por supuesto un gran cuento. Como también son las tantas autodefiniciones que el kirchnerismo haga de sí mismo.

La diferencia hay que buscarla en la realidad. ¿Realmente, hay aire fresco ahí? Bueno, se verá. Pero es eso, y sólo eso, la realidad, lo que justifica. No la denuncia de la existencia de un "relato oficial" que no es "real". Chocolate por la noticia. No se encuentra uno que sí en ninguna parte.

Oscar Cuervo dijo...

Ezequiel:
ahhh... se me pasó que la AUH estaba escondida detrás de su nombre legal, "el decreto 1602 de asignaciones familiares", como quien no quiere la cosa. OK, tenés razón, igual no se etiende muy bien, en tu relato suena desleída la incidencia de la AUH. En cuanto a las otras cosas que menciono no están en este post tuyo, al que exclusivamente me refiero: en el que vos relatás tu "caída" y tu fuga hacia el peronismo en busca de aire nuevo. A mí no me interesa tu biografía personal, sino en tanto encarna una trayectoria posible que podría iluminar mis propias opciones. Si vos por ejemplo señalaras en qué sector del peronismo no K hay un proyecto para impulsar el empleo, para proteger a los tercerizados, para ocuparse de los Qom, yo podría visuualizar mejor lo que vos ves. Yo enumeré dirigentes peronistas no K. Seguramente hay otros que van a superar al kirchnerismo en sus déficits. Y que no van a destruir minucias tales como las que vos desdeñás en tu relato. Yo igual voy a seguir tu blog hasta que vos anuncies qué peronismo va a superar al kirchnerismo. Y lo hago para pensar mejor, no te enojes por eso.

Pd: En twitter me acusás sibilinamente de comisario ideológico. Es un clásico de los intolerantes, no quieren ser cuestionados. Espero que si un día tenés poder te vuelvas más tolerante a las críticas.
Abrazo

Unknown dijo...
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Unknown dijo...
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cecilia degri dijo...

En su blog Ezequiel Meler ilustra lo que quiere decir con un discurso de Facundo Moyano. O sea que esta claro por de mas que se aparte del kirchnerismo siguiendo a Moyano. Ahora tendra que hacer malabarismos para conteneer a precarizados, desocupados y tercerizados aliandose a Venegas, Duhalde y cariglino. http://ezequielmeler.wordpress.com/2012/09/06/el-que-del-cuando/#comments
Debe haber estado como Facundito entre 2 lealtades hasta que se decidio por el sujeto social del Momo y el intendente de Malvinas Argentinas.

Carlos G. dijo...

Si, supongo que uno de los graves problemas de nuestro país hoy es la evidente carencia de un sector no vinculado al gobierno con voluntad de continuar, mejorar y profundizar las mejores políticas y objetivos del kirchnerismo.
Otro es la inquietud que provoca el post 2015 en términos de continuidad del proyecto político.
Por supuesto que es palpable y desagradable cierto aire (falta de) de alcahueterismo sicristinista en los alrededores de la presidenta, pero a mi parecer forma parte de ciertos efectos esperables en procesos como el que venimos viviendo desde 2003.
En el post de Ezequiel veo expresadas algunas ideas comunes al discurso que podemos leer diariamente en los medios opositores.

Comandante Cansado dijo...

Me gustó mucho tu post, Oscar (y no entiendo el enojo de Ezequiel).

ram dijo...

La verdad, que alguien a quien llaman historiador haya comprado la idea de que el kirchnerismo y el duhaldismo fueron colita y slip alguna vez, no me cierra.
Puedo entenderlo en alguien como yo, que no soy ni peronista ni historiador, y que ante la sola posibilidad de juntar una manzana eventualmente buena con una podrida (y ya muy conocida en su pudrición), era muy dificil de creer que podría zafar sin pudrirse.
Supongo que el aparato era necesario en el préstamo de votos, pero me gustaría saber cuántos otros votos se perdió el bien recordado tuerto por esas malas compañías de origen. No se podrá saber nunca pero, no estaría mal tener alguna vez cuántos fueron esos no-votos K (o anti cabezón), porque sospecho que explicarían buena parte de los votos y los respaldos a los K, por fuera del PJ y/o peronismo "clásico" (por clásicamente desconfiable y jodido).
Si uno fuera peronista y siendo, digamos, un simple aficionado a la historia, encontraría (creo yo) un tanto complicado - después de haber transitado el espacio K - un retorno a las fuentes, a esas fuentes "peronistas" y a toda la historia que las antecede y engalana.
No hablamos de chucherías ni de personajitos menores, sino de tipos que, si lo hubiera, no pueden pasar ningún control de calidad en términos peronistas (o de mínima decencia peronista siquiera).
Puede ser, es una teoría mía basada en el científico semblanteo de gente conocida, que el problema con la K sea cierta sensibilidad peronista a no dejarse intrusar por aquellos que, ay, se les ocurre amigarse con una versión poco clásica del peronismo y, el colmo del sacrilegio, se genere un nuevo espacio, donde ya ni siquiera se ponga el eje en el apellido sino en el nombre de una mina. ¿No me van a decir que Cristina/Cristinismo no suena a herejía?
Y ni hablar de las otras herejías, que haya ahora un "Nestorismo", "rescatado" a dúo por los clásicos y la oigarquía (muuuucho más clásica todavía) como símbolo de "Kirchnerismo" racional, sensato e inofensivo, porque seamos serios, así ya no jode más, como tampoco jode más aquel viejo general al que se le reza mucho pero se imita poco. El mundo ideal para las burocracias obispales, no?.
Habiendo tanto quilombo en el mundo y tanto interés por importarlo para acá, todos estos devaneos de que me quedo, me voy, me miran feo, etc., traen algo inusual para los tiempos, aburren.

Oscar Cuervo dijo...

Es gracioso que Meler alegue esto: "Un paradigma de la función presidencial que mostraba todo acto de gestión como un logro personal de la primera mandataria" para distanciarse de Cristina y "volver" a la rica tradición peronista que mostró desde su fundación, cuánto le "debía" el pueblo al conductor.

Por los principios sociales
que Perón ha establecido,
el pueblo entero esta unido
y grita de corazón:
¡Viva Perón! ¡Viva Perón!
Por ese gran argentino
que trabajó sin cesar,
para que reine en el pueblo
el amor y la igualdad.
¡Perón, Perón, qué grande sos!
¡Mi general cuanto valés!
¡Perón, Perón, gran conductor,
sos el primer trabajador!
Imitemos el ejemplo
de este varón argentino,
y siguiendo su camino
gritemos de corazón:
¡Viva Perón! ¡Viva Perón!
Por esa Argentina grande
con que San Martín soñó,
es la realidad efectiva
que debemos a Perón.

César dijo...

A ezequiel lo sigo hace un rato y ahora tambien en twitter. Suelo identificarme con sus posiciones y esta no parece ser la excepción. A oscar lo sigo desde hace mas tiempo aún. Me considero un kirchnerista modelo 2003 al que en el 2008 tras el conflicto con el campo también le empezaron hacer ruido muchas cosas (el archivo de este blog puede dar cuenta de eso). Sin embargo, y pasada la tormenta, a falta de algo mejor, aún pertenezco a ese universo critico-cultural-social o como diablos se llame que puede encontrar alguna afinidad con este gobierno. No tengo claro si hay que pegar el salto hacia un peronismo, un fapismo, u otra cosa. Tampoco me animo a juzgar esos movimientos. Lo atendible, no obstante, es el tenor de las críticas de los que putean: ¿qué estan diciendo?. Que hay movidas que no cierran, que hay una infraestructura que el kirchnerismo no perforo, que hay una dialéctica permanente de autojustificación y complacencia que impide apenas plantear algunos matices al orden discursivo que crea el gobierno. Si hasta 2009 falló la comunicación, hoy tenemos una sobrecomunicación: sobreabundancia de palabras, de símbolos, de explicaciones. Como si siempre tuvieramos que inscribir los hechos en un devenir virtuoso cuyo punto de origen se remonta a 2003. Este es el gobierno de las palabras. Nada escapa a esa lógica. Yo no se si esto constituye un giro del gobierno; yo lo entiendo como el eterno maniobrerismo kirchnerista, antes medidas duras y jugadas, hoy retórica. ¿La retórica implica un abandono de la impronta reformista? No, en absoluto. ¿Suficiente para virar a otro lado? No lo se. Pero tampoco nos subamos a la terraza de la arrogancia que signifique pensar que del otro lado solo hay mierda. Pensar que todo es obra de Clarin es miopía o la coartada ideal para dormir tranquilo cada noche.

Oscar Cuervo dijo...

César: por eso nos resulta tan interesante que Meler nos cuente qué hay del otro lado, si acaso del otro lado va a encontrar lo que acá falta. Esperamos que defina su opción, así también la pensamos como posibilidad nuestra. Entretanto, que diga que se va por el personalismo de Cristina y se reivindique peronista es cuanto menos curioso.

moo dijo...

Hace rato largo que leo a Ezequiel Meler, siempre me parecieron piolas sus post, más de las veces no he coincidido, pero, hasta este post, creía en su honestidad intelectual.
Claro que la ley de medios fue un error, sobre todo si te llaman para escribir en Clarín
No? http://www.clarin.com/opinion/falsa-ilusion-sindicalismo-debil_0_718728209.html

Flavia dijo...

Oscar, como dice Cecilia y también MOO a través del artículo que linkea, es claro que la partida de Meler del ámbito K tiene que ver con la ruptura del agobierno con el sindicalismo moyanista. Está convencido que sin el aparato sindical, no hay peronismo y creo entrever con las maniobras políticas del gobierno que es justamente eso lo que busca: un movimiento político abarcador, integrador de las distintas vertientes de una sociedad compleja que no es sólo sindicalismo.
Podremos discutir si es correcto, posible o no, si nos gusta o no coincidimos, pero el sindicalismo no puede ser el corazón de un proyecto político. Debería ser más que eso.

Ibc@en dijo...

No soy K, no lo soy por nada en especial, sin embargo reconozco que los K han sacado al pais adelante, en 57 años de vida es la primera vez que un proceso politico logra eso y se sostiene ante todo tipo de embates.
Decir que la Ley de medios es un error es algo inentendible de parte de alguien que se supone piensa.
Hay mucho intelectual intentando parecer mas independiente que la hostia, les da pavor que se les identifique con patas y todo con algun tipo de poder.
hay un dialogo entre NK y Feinemann que creo que pinta todo muy bien, no lo tengo a mano para citarlo textualmente pero es mas o menos que JPF adhiere a las ideas que manifiesta NK pero le da miedo mostrarlo y actuar en consecuencia, eso se lo dice NK a JPF