todos estamos igual

martes, 18 de septiembre de 2012

Ciudad de las Artes

La cocina cordobesa

por Guillermo Villalobos

“Este gallego es un caradura, primero lo invita al ladri este (Macri) a ver el partido de la selección y ahora se va a Buenos Aires para hacer rostro, sabiendo que no le van a dar un sope, se hizo el mano abierta con los jubilados, ahora no tiene guita y pretende hacerle pagar el pato al gobierno nacional”.

Así me recibió Córdoba, desayunando a la mañana temprano en el bar de la estación de micros. El “gallego” es De la Sota, gobernador de la provincia y el comentario lo hizo el de la mesa de al lado mientras mirábamos TN. El tipo me preguntó si era porteño, le dije que sí, y me confesó que había votado a Cristina pero no estaba de acuerdo con el reparto desigual de la torta. "Nosotros pagamos el bondi 3 veces más que ustedes. Mientras Cristina y Macri arman la novelita del subte, parte de la guita la ponemos los del interior y además financiamos los trenes, y si queremos viajar tenemos que tomar unos bondis carísimos porque el tren que va de acá para allá es un desastre, parece joda”.

Me fui para el hotel pensando que el tipo tenía razón.

Viajé a Córdoba para presentar La Cocina, película que hice junto a Gabriel Flain y Martin Farina, que tiene como protagonista a uno de los mejores músicos que tuve el gusto de conocer, Gustavo Pena Casanova, El Príncipe. Esta película me sigue dando muchas satisfacciones porque rueda por lugares nuevos y a veces tengo la suerte de acompañarla gracias a personajes como Juan José Gorasurreta, el subdirector de la Agencia Córdoba Cultura, que, luego de verla, decidió exhibirla en el Espacio INCAA Km 700, y se animó a invitarme, cosa que acepté con gusto, sabiendo que Juan había quedado enamorado de Gustavo al verla.

Tenía que aprovechar el tiempo, así que me di una ducha rápida, atendí un llamado de una radio para darle manija a la proyección de la noche y desayuné en el hotel aprovechando que era de garrón, leyendo el diario local de mayor tirada, La Voz del Interior. Les cuento alguno de los titulares: “Uno de cada tres chicos está atrasado en el secundario” (noticia nacional), “Córdoba (no De la Sota) en la Corte por la deuda de ANSES”, “Hijo de Firmenich conduce La Cámpora en Córdoba”, y “En dos horas dos asesinatos en las calles”. Si, adivinaron, es la versión cordobesa de Clarín, que ahora protege a De la Sota, la nueva figurita del multimedio.

Pipón, me fui a conocer a Guillermo Franco, uno de los responsables del Centro Cultural Hugo del Carril, un lugar especial para cinéfilos que cuenta con videoteca, biblioteca, anfiteatro al aire libre, una sala de puta madre y buen café, no se puede pedir más. Guillermo es un apasionado del cine que tiene la alegría de los que laburan en lo que les gusta. Me dejó la revista Metrópolis, foto de Marlon Brando y Eva Marie Saint en la tapa, protagonistas de Nido de Ratas, una gran película de Elia Kazan, y yo le pasé algunos números de La otra para que los lectores de la biblioteca disfruten. 

Les cuento alguna de las películas que se van a ver este mes en este centro que dirige Daniel Salzano, para que vean el perfil de cine que proyectan y para que lo visiten cuando pasen por la capital de Córdoba: La Separación de A. Farhadi, Figuras de guerra de S. George, Fellini 8 ½, Papirosen de Gastón Solnicki, Barrio Chino de Roman Polanski, Las aguas bajan turbias de Hugo del Carril, y así una larga lista de excelentes películas. Un lujo este cineclub. Me colgué tanto hablando con Guillermo, obviamente le dejé La cocina para que la vea y la programe, que tuve que salir rajando a buscar a Juan José. Llegábamos tarde a la proyección en La Ciudad de las Artes, un lugar que vale la pena detenerse a comentar. En este sitio, donde ahora se puede estudiar todo tipo de carreras artísticas, antes funcionaba el Batallón de Inteligencia 141, una dependencia del ejército que durante la dictadura cívico militar fue base de operaciones de las tareas de inteligencia destinadas a perseguir, secuestrar y asesinar a miles de militantes en la provincia. El 4 de setiembre pasado la agrupación HIJOS formalizó una presentación ante la Justicia Federal de Córdoba para que se investigue a unos 200 ex funcionarios y colaboradores del Batallón 141, "sospechados de participar en la red que utilizaba el aparato represivo, como las tareas de inteligencia para elegir el blanco a secuestrar, torturar y matar”, Es notable que todavía no hayan armado un museo de la memoria donde hoy, menos mal, reina la música, el teatro y el cine.

La película fue proyectada en una sala nueva y muy bien equipada, creo que fue la mejor proyección que tuvo, con poco público pero una muy buena recepción. La gente de la ciudad dice que La Ciudad de Las Artes esta un poco alejada del centro... ¡20 cuadras! .. y por eso no se copan mucho en ir. Cabeza de pueblo chico. Muchos me preguntaron por qué La cocina estaba prohibida en Uruguay por Eli-U Pena, la hija del Príncipe, no podían entender que el argumento de la censura tratara al Príncipe como un disminuido psíquico, les parecía un disparate. A mi me parece una hijaputez.

Antes de la proyección encontré a Ezequiel Salinas, director de fotografía, guionista y editor de una de las mejores películas argentinas de los últimos años, Yatasto. Este documental dirigido por el catalán Hermes Paralluelo cuenta la historia de Ricardito, Amneris, el Bebo, la Chinina, el Pata, todos personajes que salen a buscarse la vida en un carro con caballo. Aproveché para preguntarle cómo andaban estos ahora famosos cartoneros de Villa Urquiza tan amorosamente retratados por el grupo de cine El Calefón, y me contó que Ricardito fue expulsado de la escuela, era de esperar ya que al pibe no le gustaba estar encerrado, la hermana sigue estudiando y la abuela Chinina está cada vez mas requerida por los nietos. Los Calefones están trabajando en una ficción que se llama Grillo, que espero ansiosamente se estrene en breve.

Les dejo uno de los diálogos de Yatasto, protagonizado por Ricardo y su hermana Amneris, que para mí da cuenta de lo que es esta gran película:

- ¿Es lindo pirarse?-le pregunta la hermana.
- .- dice Ricardo.
- ¿Qué tiene la calle?
- Acá adentro no me gusta, en la calle podés divertirte, irte al río, salir en carro, ganarte una monedita. Vos te quedás aquí encerrada. Tenés que salir, chiquita, a la calle.
- No, porque primero está el estudio.
- No, al estudio yo lo dejo, lo dejo para mierda, lo dejo para el ocote.
- A vos no te gusta estudiar.
- A mí nunca me gustó.
- Ya sé, sos igual al papi vos.
- Sí, soy igual que el pá, burro.

Finalmente me fui a comer con Humberto, un guaso que, cuando me ve, dice: “que hací, Turbina”, y su hermana Tunina, dos amigos cordobeses que me llevaron a comer a una pizzería berreta, San Luis, para ellos la mejor del mundo. A los postres el Humber contó un chiste que parece ser tomado de su propia experiencia, y me sirve para terminar la nota:

Un cordobés va al almacén, - ¿Tiene vino de 5 litros? - Sí, sí, tengo. ¡Trajo el envase? - Sí, con él está hablando.

No hay comentarios: