todos estamos igual

viernes, 13 de abril de 2012

Bafici: cinco por uno


por Oscar Cuervo

Dromómanos (Luis Ortega, Argentina, 2012): Mal comienzo. Muy mal comienzo. Ortega intenta conquistar una cierta radicalidad por medio de una acumulación de deformidades, sordideces, degradación y burla. Tiene varios problemas: no hay radicalidad posible si a los cinco minutos se han mostrado todas las cartas y los sesenta minutos restantes estiran la idea. Segundo: una mirada alucinógeno-lumpen-burguesa sobre el lumpenproletariado. Se halla toda la fealdad previsible desde una mirada exterior a la clase retratada. Se proyecta la amargura propia sobre un mundo ajeno, se ilustra una preconcepción de lo freak que no depara ningún descubrimiento real. Por último, se llega una década tarde donde nunca pasó nada. Tal vez es que sea demasiado fácil filmar con las cámaras digitales. Puntaje: 3.

The day he arrives (Hong Sang-soo, Corea, 2011): Remanso. Hong va depurando su estilo hasta rozar la simplicidad. Es verdad: siempre está filmando la misma película. Está enamorado de una idea del cine que consiste en danzar con la memoria del espectador, para descubrir las incesantes variaciones de lo mismo y hacernos vacilar: ¿es siempre lo mismo o va siendo algo nuevo cada vez? Lo mismo y lo incierto son los vaivenes del amor perdido, del amor inconcluso y del amor incipiente. Todas estas posibilidades se sugieren bajo la apariencia de un tono de comedia suave, siempre al borde de la tristeza infinita. Puntaje: 9,5.

Colección compressions (Gérard Courant, Francia 2007-2011): Arte conceptual. El problema con el arte conceptual es que cuando se entendió la fórmula lo que queda es un largo estiramiento. Si el concepto es simple, la agonía se estira como una muerte asistida. Se toma una película (Lumiere, Godard, Pasolini, Guy Debord, etc.), se la acelera para que una hora pase en pocos minutos. La primera vez resulta curioso, la segunda vez uno empieza a esperar la variante. Que no llega. La tercera se vislumbra el aburrimiento. Que llega. Puntaje: ¿el cine conceptual tiene puntaje? Godard hizo con esta idea un trailer de Film Socialisme. Un trailer.

Hors Satan (Bruno Dumont, Francia, 2011): Esta fue mi última oportunidad para Bruno Dumont. Su crueldad caligráfica ya ha sido suficiente. Basta para mí. Puntaje: 0.

Keyhole (Guy Maddin, Canadá, 2011): Lo dije diez renglones arriba. Tal vez es que sea demasiado fácil filmar con las cámaras digitales. Tal vez se consigan subsidios en las universidades canadienses para ir desarrollando una filmografía perezosa, con pocas ideas poco trabajadas y mucha autocomplacencia. Hay algunas buenas ideas con las que podría haberse hecho un buen mediometraje de haberse trabajado. La música está bien. Puntaje: 4.

Post-data: ¿No había espacio para Tierra de los padres entre tanta superfluidad?

3 comentarios:

Liliana dijo...

Ví tres ayer.

The day he arrives me pareció muy buena. Me gustaría verla de nuevo.

Keyhole me resultó insoportable, me fui antes de que terminara. Hay algunas imágenes bien filmadas, pero es aburridísima, por lo menos para mí.

Y ví la primera parte de Death Row, de Herzog. Me atrapó, como siempre hace Herzog. Con un tono de "A sangre fría" de T. Capote. Con muchas ganas de ver hoy la parte II.

Lilián dijo...

Coincido con The days he arrives, la mejor sin duda.
No suscribo la opinión para Dromómanos que para mí fue una grata sorpresa
Tampoco le daría 0 a Hors Satan, más allá de la crueldad que caracteriza a las películas de Dumont, pero es alguien que genera odios intensos.Muy interesante Il se peut que la beauté ait renforcé notre résolution, documental sobre el director Masao Adachi que se enlazó con The days he arrives en alguna de las reflexiones del combativo Adachi. Keyhole me toca hoy... Ampliaremos!

juan dijo...

Vi una sola película, Photographic Memory. Es muy probable que no pueda ver ninguna otra. Falta de tiempo !
Justamente, el tema de la película es el tiempo, más precisamente, la memoria. Y esta, asociada a la imagen.
No es una ficción, se trata de un documental en la primera persona del singular. El director mira el (su) mundo detrás de una pequeña cámara filmadora. Su mundo, en el presente, que es el tiempo del relato, es la búsqueda del algún tipo de complicidad con su hijo adolescente. Intento infructuoso. El muchacho vive saltando de la pantalla de una mac a otra de un celular, o a una cámara para filmarse haciendo ski.
Ante la imposibilidad, aparece la nostalgia del director. Intercala en la película imágenes (en 8 mm o video) de cuando su hijo era un pequeño seductor de 6 o 7 años.
Buceando en el pasado, reaparecen los negativos 35 mm(foto) de cuando el tenía la edad actual de su hijo. A los 20 años, en 1970, dejó por un año USA para vivir en un pequeño pueblo de Bretaña. Ahí fue asistente de un fotógrafo de bodas y bautismos, Maurice. Después de 40 años, vuelve a Saint-Quay-Portrieux a confrontar sus negativos, su memoria, sus cafés, con un presente menos estimulante…

Pasé un rato agradable, la fidelidad y el encanto de la fotografía analógica, tuvieron mucho que ver.

saludos,
juan