todos estamos igual

lunes, 11 de julio de 2011

Prepararse para lo que viene

por oac

En el post de ayer a las 19:24 yo decía: "La boca de urna suele ser imprecisa en el cálculo fino. La diferencia entre 1º y 2º puede ser finalmente mayor o menor. Esa diferencia, precisamente, es la clave de la lectura política de esta elección".

Bueno. En eso no me equivoqué. Ninguna boca de urna y ninguna encuesta, ni siquiera la de Poliarquía, pudo anticipar la magnitud del triunfo macrista.

En el post del sábado yo decía: "¿Qué clase de ciudad podría soportar esta lacra por cuatro años más? Sería una ciudad de mierda". ¿Lo sigo pensando? Sí. Pero regodearme en ese sentimiento me puede llevar a una peligrosa autocomplacencia. Porque, si bien Buenos Aires se ha convertido, al elegir ser gobernada durante ocho años de su corta historia por Mauricio Macri, en una ciudad de mierda, ahí no se acaba todo lo que hay para pensar. Mejor dicho: al sentir esto, que es verdad, ni siquiera empiezo a pensar.

Primero: hay que reconocer un par de cosas que Macri y la derecha han hecho bien.

Macri: hizo algunas cosas muy bien. Por ejemplo, bajarse de la elección nacional y presentarse en la municipal. Se instaló, desde ayer, muy cómodamente, como la mejor oferta opositora para 2015. Macri puede dedicarse unos cuantos meses -un par de añitos quizá- a hacer la plancha, no tiene desafíos serios en los tiempos inmediatos. Puede sentarse a esperar que todos se desgasten y reservarse para una pelea en la que sí tiene chances: la presidencia 2015. La segunda vuelta en la ciudad la ganaría sin mover un pelito del bigote. En las elecciones de octubre le conviene directamente no involucrarse, para seguir siendo el gran ganador de Buenos Aires al menos hasta la campaña de 2013. Los candidatos de la oposición se le van a colgar todos (con la excepción de los partidos de izquierda, obvio, que, de paso, ayer hicieron todos una elección pésima). Tan desesperada está la derecha como para eso: Alfonsín, Duhalde, De Narváez, y varios así van a ir a chuparle las bolas a Macri, a ver si en la lengua se les queda pegado algún voto por eso. Obvio: lo que más le conviene a Macri ahora es esquivarlos a todos. (Y por ahí, hasta a Cristina le conviene que sea Macri el principal opositor y no un peronista despechado, por ejemplo; siempre que ella sepa interpretar el resultado de ayer).

Macri hizo otra cosa bien. El voto anti-kirchnerista era para él un voto cautivo, no tenía que hacer nada para conquistarlo. Es probable que incluso se haya llevado buena parte del 12 % que perdió Solanas. Así que se dedicó a captar votos entre el electorado despolitizado que probablemente en octubre votaría a Cristina. Su campaña electoral fue absolutamente vaciada de consignas ideológicas, no dijo prácticamente nada, no criticó demasiado al gobierno nacional, dijo que incluso podría votar a Cristina si en una discusión lo convencieran de la conveniencia de hacerlo. Por supuesto que no la va a votar. Pero quizá a la carrera política de Macri le convenga que gane Cristina. De modo que no veo razones serias por las cuales Macri se tuviera que exponer en las elecciones de octubre, más allá de que van a intentar -Clarín sobre todo lo necesita- involucrarlo.

Macri superó la cantidad de votos que obtuvo en la primera vuelta de 2007. Eso no se logra si no se hace algo bien en política. Probablemente hizo, desde el punto de vista de los intereses que representa, varias cosas bien. Si nos enojamos con la realidad, si puteamos a sus votantes, vamos a dejar de ver qué cosas hizo bien desde su punto de vista. Y si no las vemos, vamos a engañarnos acerca de nuestra propia posición (la contraria de la suya).

El kirchnerismo, además, debe haber hecho mal un par de cosas para sacar el resultado que sacó. Apenas unos puntos por encima de los que el mismo Filmus sacó en 2007. Ahora, en el mejor momento de Cristina, Filmus saca apenas cuatro puntos más. Evidentemente hay un cortocircuito entre el kirchnerismo y la ciudad de Buenos Aires. No sabemos cómo entrarle a esta ciudad. Y ojo, porque es acá, en esta misma ciudad, donde más repercutió el triunfo de la ley de medios, el matrimonio igualitario, el fútbol para todos, los festejos del bicentenario, la despedida a Néstor. Pero no se logró encarnar nada de esto en un candidato a jefe de gobierno. Este 27 % es un viento gélido en comparación con aquellos acontecimientos políticos, sociales y culturales que el kirchnerismo produjo después de la derrota de 2009.

La campaña de Filmus fue paupérrima. Y ojo, no quiero hacer leña del Filmus caído. Quizá haya sido el mejor candidato que el kirchnerismo tenía. Quizá, no estoy seguro. (Yo dije el 22 de mayo: "Cristina eligió a los mejores candidatos posibles para el gobierno de la Capital Federal"). Pero evidentemente Filmus no ha sido capaz de enamorarnos a nosotros, que estamos convencidos de que Cristina es lo que más le conviene al país. Lo votamos, sí, sin pasión. Si eso nos pasa a nosotros, ¿cómo podíamos pretender ganarle a un candidato tan consolidado para la derecha como Macri? No sólo no podíamos arañarle ningún voto de la derecha dura, sino que tampoco seducir al tipo que está despolitizado y sólo va a votar porque es obligatorio. Ese tipo ayer votó a Macri. 

El kirchnerismo parece no haber pensado una estrategia electoral porteña. Proponerle algo a Buenos Aires. No digo hablar para los que ya están convencidos, que es lo que se hizo (y ni siquiera con demasiada convicción). La campaña de Filmus fue vaga, débil, imprecisa, chata, desganada, vacilante, temerosa. Y no sólo por culpa de Filmus. Quizá Filmus no pueda dar demasiado más de lo que dio. El 22 de mayo también dije: "Filmus tiene una oportunidad histórica. Si gana esta elección (y no es improbable que la gane), su figura se proyecta decisivamente hacia 2015 y más allá. Tendrá la gloria de haber ganado en un distrito históricamente adverso. Creo que hoy Filmus puede considerarse afortunado al haber recibido el espaldarazo de Cristina y debería poner sus mejores empeños para aprovechar esta oportunidad que, probablemente, no se repetirá otra vez en su carrera política". Con el diario de este lunes -fácil- digo que Filmus ayer agotó su crédito. El desafío le quedó grande. Quizá no se dio cuenta de que esta era su última gran oportunidad, quizá confió en el viento de cola. Pero puede ser también que simplemente no pueda hacer más que lo que hizo.

En tren de revisar lo dicho el 22 de mayo, también dije: "Cristina puso ayer a la tarde toda la carne en el asador: dijo que como militante va a trabajar para que la fórmula Filmus - Tomada llegue al gobierno de la Capital Federal. Dijo que estaba ahí como militante". Pensándolo bien, tal vez Cristina haya hecho un par de cosas mal respecto de las elecciones de ayer. Como interrumpir a Filmus en ese mismo acto en el que se estaba lanzando como candidato, por decir lo menos. Y de ahí en más: quizá (esto no lo sé, pero lo presiento) no haberle dado autonomía de vuelo al candidato para que se manejara solo. O quizá todo lo contrario: no haber manejado más estrechamente la estrategia electoral. Creo que lo que se hizo, lo digo ahora, con el diario del lunes, fue lo peor de ambas opciones: ni chicha ni limonada. Ni dejarlo a Filmus librado a su suerte ni haberle dirigido la campaña, sino una mezcla letal de las dos cosas.

Quizá la derecha -Clarín y La nación, en este caso- hizo otra cosa bien: lanzar el "escándalo Shocklender" en medio de la campaña. El tema lo tenían en carpeta desde hace mucho y lo instalaron en el momento propicio. El "escándalo" propiamente dicho no puede haber incidido demasiado en los votantes, pero seguro que produjo en el comando de campaña kirchnerista una parálisis de alrededor de 10 días, que a la postre resultó fatal para sus chances. Un gran error fue dejarse amedrentar por este tema. Otro error, más viejo, es no haber advertido ese flanco débil mucho tiempo antes, dejarse sorprender por algo que tendría que haber sido previsible. (Pensar: "¿cuáles son nuestros flancos débiles? ¿por dónde nos podrían entrar?).

Esto es sólo algo como para empezar. La carrera de Cristina hacia el segundo mandato está lejos de haberse arruinado. No hay, por suerte, ningún candidato opositor que pueda capitalizar la derrota de ayer. Pero es imprescindible que Cristina saque algunas enseñanzas de esto (por ejemplo, pensar si no es mejor reconocer el triunfo de Macri sin necesidad de segunda vuelta, como dice Willy en el post anterior). Y prepararse mejor para lo que viene. Porque tienen más, seguro que tienen más.

4 comentarios:

César dijo...

Oscar, totalmente de acuerdo con vos.

santiago segura dijo...

No vivo en Baires, o no duermo en ella, para decir mejor. Pero concuerdo 101% con usted, y desde siempre Filmus me pareció un tibio (por supuesto que hubiera preferido que gane).

Pablo Cabás dijo...

Muy buen analisis. Lo comparto

Li Fer dijo...

Lo que ha pasado en la reina del Plata me hace pensar en Italia: la gente no quería saber nada de críticas a un gobierno que lo garcaba todo el tiempo. “La gente”, es decir el perfil del que ve TV y compra lo que le venden, o sea la mayoría de la población de este mundo, no quiere escuchar sobre justicia y distribución de ingresos, (palabras sofisticadas), quiere que le digan que todo va bien, que le bailen y que le canten... Bah, más viejo que el mundo, el Pan y Circo. Si hay que prepararse para lo que viene, como decís Oscar, quizá habría que tenerlo en cuenta. Veo que, ya sea porque se arriba a un límite y los desastres se acumulan vergonzosamente (Berlusconi, Menem, dictadura), ya sea porque la impunidad rebalsa y retorna como un bumerang, o ya sea porque la gente se aburre, entonces es posible pasar a un libreto diferente. Pero así como tengo muchas esperanzas de una dirigente extraordinaria como Cristina no tengo tantas esperanzas de cambios en la ciudadanía (ojalá me equivoque).
Pienso en dos cuestiones.
1. El antiperonismo es una pasión, un sentimiento extremo. El antikirchnerismo hereda esa irracionalidad y esa carnadura. Pienso que la ciudad de Buenos Aires no votó consustanciada con una ideología o por intereses de clase. Muchos votaron porque imaginariamente se identifican con el antiperonismo, avatar argentino que engendra el gorilaje de izquierda o derechas y que no parece ser una ideología contraria al peronismo, sino una imagen profundamente arraigada, ilógica por donde se mire, que opera con una potencia que no hay que desmerecer. A Cristina se la confunde con Eva, y Eva encarna la imagen que odian los antiperonistas. El antiperonismo es el movimiento más pasional e irracional que pueda verse con muchísimos adeptos cautivos e ingobernables. Creo que no es el peronismo un sentimiento, sino el antiperonismo. Escuché a gente hablar de un voto antikirchnerista, y me parece que será el voto más fuerte y la campaña más fuerte para Octubre contra Cristina. Una persona que conozco va a viajar a Argentina para poder votar “contra Cristina”.

2. Me parece que levantar consignas de justicia social no alcanza para llegar al pueblo, o a cierto pueblo. El baile, la vacuidad, el farandulismo ganan por goleada en todo el mundo. Demos las gracias que disfrutamos un período de Kirchnerismo en el poder, que genera y produce precisamente sin farandulismo. Para Néstor y Cristina: CHAPEAU!, no sé como lo han hecho, en estos tiempos que aunque la demagogia está demodé, los mass media y la farándula arrasan con todo.
Lidia Ferrari