todos estamos igual

viernes, 4 de febrero de 2011

Terror rioplatense

Sobre Sudor frío y La casa muda

por oac

Parece que la productora argentina Paura Flics ha recorrido un largo trecho en la producción independiente de cine de terror o algo así ("algo así" puede aplicarse indistintamente a "independiente", "terror" o "cine"), antes de ser apadrinados, como lo han logrado con Sudor frío, por el grupo Disney. Parece que son el emergente de un nutrido grupo de productores de cine de este género, que puede verse en festivales como el BARS. Parece que tienen un público cada vez mayor y que esa sería la razón por la cual la Disney les puso el ojo.

Ahí termina lo que parece. Ahora voy a hablar de lo que es.

Sudor frío es una experiencia cinematográfica penosa. Atribuible a los hermanos García Bogliano, guionistas y realizador. Gente que parece haber visto mucho cine berreta y a la que se le ha pegado los clisés más fatigados del género, sin ser capaces de evitarnos al menos alguno. El presunto carácter controvertido del film radicaría en que parte de una excusa argumental que cruza épocas recientes de la historia argentina (las tres A en los 70, la generación del Facebook). Eso no es por sí mismo ni bueno ni malo. Polemizar sobre esto implicaría que la película se propone algún punto de vista histórico sobre las épocas referidas. No encuentro en ella un punto de vista sobre esta cuestión. Ni sobre ninguna otra. Por lo que llama la atención Sudor frío no es por esta presunta irreverencia, sino por la torpeza de su ejecución. El género de terror, a esta altura de su historia un tanto marchita, demanda cierto timing, una astucia en la dosificación de la información que se trasmite al espectador, una estrategia respecto del fuera de campo y un concepto de iluminación. Los García Bogliano desconocen todo al respecto o, si lo conocen, se lo olvidaron en el momento de filmar Sudor frío. El clima supuestamente tenso está estragado por un uso sistemáticamente inoportuno de la luz, por diálogos farragosos y sobre-explicativos, por la disparidad de los tonos de los actores y por una aceleración fóbica que impide generar cualquier clima sugestivo. Para inducir a la tensión, los realizadores recurren metódicamente a una banda de sonido estridente que indica dónde debería uno asustarse o ponerse ansioso. Lo que en verdad logran es irritar los tímpanos.

Por si no se entendió, Sudor frío es un verdadero bodrio.


Distinto es el caso de La casa muda, una producción uruguaya de presupuesto exiguo rodada con una cámara amateur. La deficiencia visual es explotada por su realizador, Gustavo Hernández, para retacearnos información y también para dotar a la experiencia de una cualidad levemente alucinatoria. No hay demasiadas novedades en La casa muda, pero sí hay momentos sugestivos. Se la promociona diciendo que está rodada en un solo plano secuencia, lo que no parece cierto, ya que los cortes, si bien disimulados, son bastante fáciles de detectar. La cámara en mano ultramovediza parece remitir a un subgénero de reciente auge, instalado por Proyecto Blair Witch; a pesar de esa referencia obvia, el director muestra cierta capacidad para lograr imágenes interesantes con elementos mínimos.

En la comparación con Sudor frío, las virtudes de La casa muda se realzan, sobre todo porque el uruguayo parece comprender que, cuanto menos se muestra, mayor potencia se logra en la invocación a lo siniestro. Esta ventaja evidente no debe llevar a pensar que La casa muda es una película lograda. No lo es. Sobre todo por la endeblez de su estructura narrativa: La casa muda elige narrar (lo que no sería obligatorio, ni siquiera para un film de horror), pero lo hace desde una plataforma dramática expuesta a objeciones elementales. Dos ejemplos:

1) Los personajes actúan desde el principio de modo inexplicable, encerrándose en una casa con las ventanas cerradas cuando aún es pleno día y, ante el menor indicio de que alguien peligroso está adentro de la casa, en lugar de abrir las ventanas (por las que entran rayos de luz diurna), o salir de la casa huyendo del peligro, se quedan adentro hurgando en la amenanzante oscuridad, malamente alumbrados por un farol. Este comportamiento insensato de los personajes tiene una sola explicación: están en una película de terror y se someten al arbitrio de los guionistas.

2) Durante gran parte de la película, Gustavo Hernández usa con astucia las tinieblas y la falta de definición de la imagen, pero a partir de la segunda mitad, el interior pasa a estar inexpicablemente más iluminado y empiezan a surgir fuentes de luz sin ninguna justificación dramática, sólo con el fin de que sean más visibles para el espectador un cochecito de bebé o una pared llena de fotos polaroids.

La casa muda insinúa la presencia detrás de cámaras de un cineasta incipiente, que tendría que ser algo más riguroso con sus ideas; mientras Sudor frío insinúa que hemos perdido tristemente una hora y media de vida.

2 comentarios:

Matías dijo...

La otra vez devoraba mis preciados pochoclos mientras esperaba ansioso que arranque la película y me terminé indigestando con los trailers de estas dos películas, que me pasaron consecutivamente y en crescendo (i.e. terminando con Sudor Frío). Tus reseñas son de una verosimilitud total y absoluta: es exactamente lo que sospechaba de cada película. Gracias Oscar.

CASPA DE MALDITOS dijo...

AGB hizo sus primeras 5 o 6 pelis sin pagarles UN SOLO PESO a todos los técnicos que allí laburaban de onda. y cuando ellos pedían un mango, los volaba y llamaba a algun otro pibito estudiante para la siguiente. Y así. La Gran Mentira.
Sé de que hablo.