todos estamos igual

jueves, 6 de mayo de 2010

Jacques Tati estaciona en la Lugones



por Monsieur Ricagno

La sala Leopoldo Lugones del teatro San Marín ha programado una retrospectiva casi completa de Jacques Tatí, (falta solo un medio, La escuela de carteros, y un par de cortos) con copias restauradas (las que hasta hace poco proyectaban por estos pagos en estos últimos años, sobre todo la de Mi tío, dejaba mucho que desear).

Dentro de la retrospectiva está esa obra monumental que es Playtime, imposible de apreciar en cualquier pantalla pequeña. Hasta me atrevería decir que tampoco en un home theatre.

Siempre había visto Playtime en video en una tele chiquita. Uno allí apenas si podía intuir la grandeza de una obra total. La construcción y destrucción de un mundo todo: el nuestro. Recién hace dos años, cuando pude ver en un Bafici esta misma, magnifica copia restaurada que le restituía las dimensiones espaciales y sonoras originales en impresionantes y precisos 70 mm, pude disfrutar y comprender la profunda y adelantada sátira a la globalización tecnológica, que Tati, como todo genio poeta, supo denunciar hace más de 40 años.

Aunque, tratándose de Tati, denuncia es una palabra fuerte. Si bien, de todos sus films, Playtime es el más ferozmente crítico con respecto a la deshumanización de la modernidad, el gesto de Hulot no es el del indignado sino el de sorprendido. Del ingenuamente desubicado, pero que hace de su ingenuidad, de su bonhomía, su más filosa arma, esgrimida un poco distraídamente como su pipa o su paraguas.

En Playtime, se asiste a su vez un gesto doble: porque el clown de los espacios y los sonidos, el que encuentra el ridículo en la mecanización humana, es también el arquitecto de la imagen y de los espacios de esa modernidad, que a la vez que lo espanta, también en algún punto, fascina y seduce. En esa doble tensión se desarrollaran las aventuras del Sr. Hulot en el centro de exposiciones. Y de esa tensión nace más que la risa, una sonrisa constante, una sorpresa tras otra. Fíjense, si no, en ese final de calesita con los coches alrededor del centro de exposiciones.



Playtime fue una obra adelantada a su tiempo, un fracaso económico en época de su estreno. Y hoy, cuando se habla tan ligeramente del nuevo tipo de espectador que necesitaría un megatanque pretencioso como Avatar, ¿que tipo de espectador, digo, hubiera necesitado en su tiempo, en este tiempo Playtime? Pues uno dispuesto a perderse, a armar sus propios recorridos de gags, su propio espejo. Uno que, como ese niño grande que es Tati, esté dispuesto a subir, a bajar, a no saber por dónde ir, y pueda reirse de ello. Uno que participe y que más que espectador sea también habitante de ese universo de edificios, ascensores, ruidos, y restaurantes en destrucción.

Porque solo Tatí es capaz de hacer como en Traffic (que no es el bodrio de Soderbergh, de mismo título) que hasta un accidente en cadena pueda convertirse en un graciosísimo Ballet Mecánico. O un embotellamiento en una versión amable de La autopista del Sur.

Pero también el programa incluye una gratísima sorpresa. El estreno en nuestro medio de Parade, su última obra y su primera experiencia en video filmada ¡en tres días en 1974! Tati vuelve allí a las raíces del circo y del vaudeville, mezclando pista, tras de la escena y platea para dar nacimiento al Gran Espectáculo sin fronteras: el público es parte activa de la función, los espectadores devienen también magos o payasos improvisados. Es el triunfo del Gran Espectaculo Democrático que se extiende, por lo tanto, amablemente hasta nosotros.



El mismo Tatí ha dicho de la deliciosa Parade: “Este no es un film como los otros. Es el primer film donde el director se enoja si no escucha comentarios en la platea. Donde se puede aplaudir. O chiflar, si algo no le gusta. E incluso se tiene el santo derecho de levantarse e irse, si el espectáculo no es de su agrado”.

Entonces ¿qué esperan?

Ver al Señor Tati/Hulot en pantalla grande es una experiencia, regocijante, única. Una invitación al juego, donde vernos, ridículos y queribles.

Tati enfrenta la masificación de los no lugares, con la risa, nunca agresiva, de la niñez. Háganme caso y acérquense a la Lugones, preferentemente de la mano de un niño. Y si no, de la mano del que todos llevemos todos adentro.

Programación
Jueves 6
A las 14.30, 17, 19.30 y 22 horas (96’; 35 mm.)
LAS VACACIONES DEL SEÑOR HULOT

Viernes 7
A las 14.30, 18 y 21 horas (120’; 35mm.)
MI TIO

Sábado 8
A las 14.30, 18 y 21 horas (123’; 35 mm.)
PLAYTIME

Domingo 9
A las 14.30, 17, 19.30 y 22 horas (100’; 35 mm.)
TRAFIC

Lunes 10 no hay función

Martes 11
A las 14.30, 17, 19.30 y 22 horas (75’; 35 mm.)
PARADE

Miércoles 12
A las 14.30, 17, 19.30 y 22 horas (50’ duración total; dvd)
CUIDA TU IZQUIERDA
CLASE NOCTURNA

(Información completa
acá)

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