todos estamos igual

jueves, 7 de agosto de 2008

Sanidad



Por Oscar A. Cuervo

Amy es un fenómeno, quiero decir, amamos cómo canta. Lástima que la vemos mal. Nos gustaría que se ponga bien, verla bien y que siguiera cantando. Lo mismo pasa con Charly. Lo queremos, quién no quisiera tener a un Charly sanito, haciendo lindas canciones por treinta años más.

En Crítica del lunes pasado, Pablo Alabarces dice: “parece que los ídolos del rock se queman en su propia llama si son honestos y consecuentes, y deciden que si no pueden sustraer su música al mercado por lo menos van a sustraer su cuerpo al destino del caretaje: esa llama es el exceso, la desmesura de la transgresión, del sexo, droga y rock & roll. Sin rescates ni yogures light. En esa consecuencia, claro, redimen nuestra cobardía: se sacrifican por todos los que no podemos ni sabemos ni nos animamos a ser como ellos. Y luego, en la caída, son víctimas del morbo del mismo mercado al que dieron opíparamente de comer; de estrellas se transforman en basuras condenadas por los hipócritas y por las cámaras clandestinas que insisten en transmitir el derrumbe.”

Amy se niega a ir al tratamiento de rehabilitación, dice: “No tengo tiempo de ir, y si papá dice que estoy bien… él ya intentó llevarme a rehabilitación, pero no voy a ir, no, no. Prefiero estar en casa con Ray, no me sobran 70 días...”.

Y J. dijo: “A ver. Yo pienso que cada una y uno tiene derecho a vivir su vida como se le cante. Literalmente, como se le cante. La droga debería ser legal. Ser legal no significa legalizarla de cualquier manera. Hay formas. No voy a entrar ahora en eso. El Estado no puede prohibir el consumo personal. Prohibir el consumo es violar el principio de autonomía. Cada persona tiene derecho a vivir su vida como le parezca: mal, bien, lo que sea. Cada persona tiene derecho a tomar sus propias decisiones: buenas, malas, equivocadas, diferentes a las nuestras, etc. El consumo de drogas, para colmo, es lo que se llama una acción autoreferente: no afecta a terceros, sólo me afecta a mí. Y, sobre las acciones autorefentes, nadie me puede decir nada: yo hago lo que quiero conmigo y con mi vida”.

Y agregó: “Imagino muchas cosas, además de la rehabilitación, a las cuales decirles que no: Casate, tené hijos. O, al menos, formá una pareja estable, heterosexual y monogámica, sé fiel, no mientas, no engañes, no fumes, no tomes, no te drogues, estudiá, recibite, sé sana, hacé ejercicio, sé delgada, sé joven, sé linda, sé simpática, sé agradable, sé discreta, trabajá, ascendé, prosperá, sé productiva, tené un pasatiempo, comprate una casa. Si no podés, comprate un auto, aunque sea. I said no no no...!!”.

A lo que T. le respondió: “diría que el planteo de J. es bastante antiguo y profundamente liberal. Suena a elogio desenfrenado de la propiedad privada, en la cual, como es sabido, los liberales incluyen el propio cuerpo, tanto como la tierra, el agua, los bienes muebles e inmuebles y hasta el aire que respiramos. Creo que las personas no tienen límites para fabricar sus propias cárceles y las armas de su autodestrucción. Por eso, no nos falta más que unirnos al grito de guerra de un famoso franquista: ¡¡¡¡VIVA LA MUERTE!!!! y acoplar nuestras voces a la angelical de Amy”.


Foto: Nicolás Villalobos

La condesa acotó: “pienso que la droga mata y que durante su consumo no se puede producir ningún hecho artístico. Se necesita lógica, cordura, coordinación y razón para construir un andamiaje perfecto. Que Amy diga no. Yo también digo no, a la droga. Cada una haciendo uso de su libertad y gastando los 70 días a como guste”.

Entonces me metí yo para decir: “Creo que Amy plantea algo más que una discusión de qué hacemos con la droga y con los drogadictos. Creo que la canción REHAB se refiere no a los adictos enfermos, sino a lo que me atrevo a llamar: los portadores asintómáticos de la locura. Porque Amy, como Cobain, Johnny Thunders, Heath Ledger, Fassbinder, etc. son "los que no pueden más" (como dice la canción de Charly: los que no pueden más se van). No pueden más por debilidad o por fortaleza constitutiva, porque exteriorizan sus tragedias a través del arte (y la sociedad vive por medio de ellos lo que no es capaz de vivir cara a cara). Pero también estamos los que (aún) podemos... podemos ¿qué? Básicamente seguir funcionando, pagar los impuestos, respetar los horarios, salir limpios a la calle, tragarnos la bronca, atenuar la desesperación. Nuestra forma de inquietarnos es diferente a la de ellos: nosotros decimos que nos inquietamos "por ellos", ya sea para dejarlos matarse o para impedírselo. A mí Amy me recuerda (con ese pathos tan encantador que exhala en cada movimiento y en cada palabra que canta) que no es ella la que está en problemas. Ella dice: ¿a dónde me estás queriendo invitar? ¿a tu mundito?”.

Alguien citó a Baudelaire: “Ese señor visible de la naturaleza visible (hablo del hombre) ha querido crear el Paraíso por medio de la farmacia y de las bebidas fermentadas, semejante a un maniático que reemplaza muebles sólidos y jardines auténticos con decoraciones pintadas en una tela y montadas en bastidores. En esa depravación del sentido de lo infinito reside, a mi parecer, la razón de todos los excesos culpables, desde la embriaguez solitaria y concentrada del literato quien, obligado a buscar en el opio el alivio de una dolencia física y habiendo descubierto de este modo una fuente de placeres morbosos, lo adopta poco a poco como su única higiene y como el sol de su existencia espiritual, hasta la borrachera más repugnante de los arrabales, la que, con el cerebro pletórico de llamas y de gloria, ridículamente se revuelca entre las inmundicias del camino.”

Y otro recordó las palabras de Artaud: “La ley sobre estupefacientes pone en manos del inspector-usurpador de la salud pública el derecho de disponer del dolor de los hombres; en una pretensión singular de la medicina moderna querer imponer sus reglas a la conciencia de cada uno. Todos los balidos oficiales de la ley no tienen poder de acción frente a este hecho de conciencia, a saber: que más aún que de la muerte, yo soy el dueño de mi dolor físico, o también de la vacuidad mental que pueda honestamente soportar.”

Fue ahí cuando Gabriela D'Odorico escribió en LA OTRA 18: “"Ni bien se tocan estos temas, se hace muy difícil no ceder a la tentación de preguntar: ¿cómo actuar entonces y qué hacer con estos casos? Más de una buena razón nos suele tomar por asalto, y muchas veces nos convence de que no se puede permanecer como un simple espectador de televisión al que se le quitó la libertad del zapping. Entonces se hace urgente actuar, sea por el bien propio del afectado aún cuando no lo demande, por mi imposibilidad de enfrentar la experiencia del otro sufriente, por la molestia que me provoca su comportamiento, por la lástima que me produce, porque pienso que tengo una función social/ moral/política en este mundo o por todo eso junto. Sin embargo hay, a mi juicio, una especie de mesianismo en esta interrogación acerca de qué hacer con el otro. (...) "Ese qué hacer con ellos significa, entre otras cosas, cómo gobernarlos. Por eso se los registra en planes de ayuda social, se hacen estadísticas, se los censa y se evalúa la necesidad de invertir o no en ellos. Se trata de administrar esas vidas, hacerlas entrar en los cálculos numéricos del Estado. Pero esas vidas, que son las nuestras (cada cual sabe en qué grupo fue incluido por el Estado) son un objeto que puede ordenarse, docilizarse, clasificarse y medirse con los fines de hacerlas gobernables".

Y un anónimo dejó este mensaje en el blog: “BASTA, POR FAVOR, DE GLORIFICAR A LAS CELEBRITIES DE LA INDUSTRIA DEL ENTRETENIMIENTO!! Como pueden tragarse semejantes boludeces!? Estudien musica en serio, ignorantes!”.

En fin, la discusión parece no tener fin, pero no creo que se trate de legislación ni de aprender música. Podríamos hablar del Burrito Ortega o de mi querido Mariano, qué sé yo.

La vamos a seguir este domingo en la radio (a la medianoche, FM La Tribu, 88.7, http://www.fmlatribu.com/). Viene Gabriela D'Odorico, que ya es una amiga de la casa, y también viene Daniel González, director del Centro Psicosocial Argentino, que dicta cursos para operadores socioterapéuticos en drogadicción. El domingo a la medianoche en La Otra.- radio.

9 comentarios:

L. F. dijo...

terrible gata la Amy esa. Amy for ever!

Anónimo dijo...

es hermosa, aparte que bien canta

Anónimo dijo...

terrible el negro que está más pegado a amy! le re contra doy, mal...

Anónimo dijo...

q es esto!, esa drogadicta cara de macho y esos dos negros pelotudos saltando, este cuervo pone cada cagada!

Oscar Cuervo dijo...

Por suerte el blog sigue siendo visitado por los defensores de los Valores Republicanos.

Anónimo dijo...

en cualquier momento pone a Britney Spears

Oscar Cuervo dijo...

¿Sabés que sí?

meridiana dijo...

tal vez las palabras de Artaud son las más cercanas a estos padeceres

"yo soy el dueño de mi dolor físico, o también de la vacuidad mental que pueda honestamente soportar.”

cómo podemos aplicar reglas, procedimientos, estatutos , leyes o siquiera medicinas a ese no poder soportar más?

y la vez coincido con Gabriela que sentís que no podés permanecer como espectador, no hablemos en estos casos de celebridades, sino en los más cercanos, en la familia, en los amigos.

en línea con tus palabras, viene a mí aquel impresionante poema de Pizarnik escrito en la Sala 18 de Psicopatología del Hospital Pirovano:

“pero le pasó (a Kafka) lo que a mí:
se separó
fue demasiado lejos en la soledad
y supo - tuvo que saber -
que de allí no se vuelve
se alejó - me alejé -
no por desprecio (claro es que nuestro orgullo es infernal)
sino porque una es extranjera
una es de otra parte,
ellos se casan,
procrean,
veranean,
tienen horarios,
no se asustan por la tenebrosa
ambigüedad del lenguaje
(No es lo mismo decir Buenas noches que decir Buenas noches)
El lenguaje
- yo no puedo más,
alma mía, pequeña inexistente,
decidíte;
te las picás o te quedás,
pero no me toques así,
con pavura, con confusión,
o te vas o te las picás,
yo, por mi parte, no puedo más."

Alejandra Pizarnik (1971)

pueden leerlo entero en:
http://meridianabis.blogspot.com/2007/05/nacimiento-en-la-sala-18.html

Saludos

Lilián

Anónimo dijo...

Amy es una genia, gracias a ella llegue a este blog jeje(y terminé hablando de política). Por suerte los pelotudos que la comparan con Britny Spears no entienden nada, con perdón de los pelotudos.