viernes, 29 de febrero de 2008

¿Qué es el peronismo? I


(Comenzamos una serie que puede que sea bastante extensa; no se trata solamente de lo que cada uno dice del objeto por el que se pregunta, sino del punto de vista desde el cual se habla.)

«El 17 de octubre esos demonios [los demonios de la llanura] salieron a pedir cuentas de su cautiverio, a exigir un lugar al sol, y aparecieron con sus cuchillos de matarifes en la cintura, amenazando con una San Bartolomé del barrio norte. Sentimos escalofríos viéndolos desfilar en una verdadera horda silenciosa con carteles que amenazaban con tomarse una revancha terrible.» (Ezequiel Martínez Estrada, ¿Qué es esto? Catilinaria, Buenos Aires, 1956).

«Mi situación es muy semejante a la de Job y en lugar de discurrir sobre el bien y el mal, di en cavilar sobre mi país. Pues así como yo padecía de una enfermedad chica, él padecía de una enfermedad grande; y si yo pude haber cometido alguna falta pequeña, él la habría cometido inmensa. Yo y mi país estábamos enfermos.

«Inmediatamente reflexioné y recordé que Dios solía castigar a los pueblos valiéndose de los hombres, como leemos en la Biblia. Al propio pueblo elegido con personas de su fe o de otra; y a otros pueblos con éstas o con otras personas.

«Gengis Khan se llamaba a sí mismo "el látigo de Dios". Es frase común que fueron azotes o flagelos de Dios, Alarico, Atila, Tamerlán, Gengis Khan -¿y por qué no?- César Borgia, Bismarck, Mussolini, Hitler, Stalin y Perón. Perón ha sido un castigo de Dios.

«Había entonces una relación verdadera y misteriosa entre individuo y sociedad, entre ciudadano y nación, entre historia y biografía. Era nuestro caso, el de mi país y el mío. Pensé: ¿qué falta pudo haber cometido mi país para ser castigado tan duramente? En circunstancias de esta clase llamamos con frase un tanto grosera "hechos históricos" a lo que son hechos de conciencia o pecados colectivos. No os extrañéis de este lenguaje insólito en mí. No tiene nada de misticismo ni de teosofía: es que, simplemente, necesito emplear metáforas y un lenguaje figurado en cuanto me es posible para expresarme con más veracidad, exactitud y sencillez. ¿Qué pecado, digo, había cometido mi desventurado pueblo? Sin duda alguna contra el espíritu nacional de la historia, algún pecado contra el Espíritu Santo. Pensé: si hemos vivido siempre cerrando los ojos a los deberes de una vida superior, realmente espiritual ¿no sería justo el castigo?...» (Discurso improvisado de Ezequiel Martínez Estrada en la cena ofrecida en el Club Universitario de Bahía Blanca el 18 de enero de 1956, durante el gobierno de la llamada revolución libertadora.)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esos demonios que "exigían un lugar al sol", con las patas en la fuente...
Tenía razón E.Martínez Estrada en sentir escalofríos. Lo que avanzaba desde las sombras era imparable.

(La foto, aún hoy, me emociona)

Anónimo dijo...

¿Qué es esto? parece un título de H.P. Lovecraft. ¿Será también el libro de Martínez Estrada un clásico de la literatura de terror?